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Madrid, España.
El parque de El Retiro es uno de los sitios favoritos de turistas y madrileños para ir a pasear y practicar deportes, sobre todo correr y hacer bicicleta o patinaje.
El Retiro es uno de los pulmones de Madrid que ofrece también cultura y ocio. Entre sus elementos arquitectónicos e históricos más importantes se encuentran: el estanque grande que ofrece varias actividades como barcas de remo y la Escuela Municipal de Piragüismo, un deporte acuático que se practica sobre el estanque.
En una caminata por el parque de El Retiro encontramos a Elina Moumuri, una mujer nacida en Grecia, pero ya nacionalizada española. Ella hace retratos por la cantidad de 7 euros con la famosa “cámara minutera”. Y como su nombre lo dice, en un par de minutos crea a través de su magia fotográfica recuerdos para toda la vida.
Se le denomina fotografía minutera a la producción fotográfica realizada de ocasión en la calle o en algún lugar de interés público con una cámara de cajón que permite el revelado en pocos minutos en el mismo lugar. Los fotógrafos minuteros solían ubicarse en sitios turísticos o atractivos con gran afluencia de público.
Encontrar en la actualidad a una fotógrafa minutera es una gran sorpresa y suerte, porque aunque el oficio tradicional se considera prácticamente extinguido, en el siglo 21 hay iniciativas para rescatar su valor cultural y artístico, nos platica Elina.
“Yo aprendí de este oficio por azares de la vida, y me gusta mi trabajo; disfruto hacer retrato, nunca me muevo del parque, aquí siempre me encuentran. En Madrid no hay más de cinco personas que practiquen este oficio y es un orgullo para mi poder continuar con esta tradición”, señala Elina.
A comienzos del siglo 20 la fotografía de estudio era de los más caro y sólo asequible para las clases altas, en muchos lugares del mundo la técnica fotográfica minutera aportó a la democratización de la fotografía, porque permitía a los sectores más pobres tener un recuerdo junto a familiares o amigos en plazas y lugares públicos de interés en la ciudad, sin tener que pagar el alto costo de un retrato de estudio.
El principal implemento de trabajo de Elina es su cámara de cajón con laboratorio incorporado, es armado y acondicionado artesanalmente por sus manos, controla los factores lumínicos y siempre trabajaba al aire libre, por lo que siempre queda a la suerte de las condiciones meteorológicas del día.
No tarda mucho en manipular el equipo, ya que sus clientes esperan con rapidez la prometida frase “fotos antiguas al minuto”. El proceso de Elina dura de tres a cinco minutos, con una gran habilidad realiza el revelado en un minúsculo espacio dentro de su caja y casi sin poder controlar nada de esto con la vista, puesto que la caja no puede abrirse para no dañar las placas y el papel fotosensible.
El proceso consiste en enfocar primeramente a las personas con una placa semitransparente que se ubicaba dentro del cajón en el sitio donde después se coloca el papel fotosensible. Hecho esto, la fotógrafa Elina cierra bien el cajón y trabajaba al tacto.
Finalmente saca de allí un papel sensible a la luz y lo guarda en un estuche dentro del cajón. Pone éste en el lugar del vidrio y verifica el enfoque de la imagen. De acuerdo con las condiciones de luminosidad calcula la apertura adecuada del diafragma y la velocidad de obturación.
Finalmente dispara para hacer la toma, con el papel ahora expuesto a la luz obtiene el negativo y en una cubeta con líquido revelador, y en otra con los químicos para fijar la imagen, saca el negativo para lavarlo y poco a poco va mostrando a sus clientes la imagen que se va a llevar a casa y que podrán guardar para toda la vida. Una técnica que la fuerte fotógrafa española no dejará perder en el 2020.