La aparición del Covid-19 provocó que el personal de salud adoptara la utilización de nuevas herramientas de trabajo, sobre todo en lo que tiene ver con su protección para evitar posibles contagios de esta enfermedad.
En el Hospital General, la principal institución médica para atender pacientes con Covid-19 en Querétaro, por igual, médicos y enfermeras portan todo el equipo de protección posible: cubrebocas, bata quirúrgica, goggles, cofia desechable, guantes y botas de tela.
Tienen un área especial para cambiarse. En esa pequeña habitación dividida con cortinas, se toman un momento libre, se despojan de su ropa de civil y mientras se colocan bata y guantes; hablan de la familia, de lo que comieron ese día, de los planes a futuro, de la nueva canción pop.
Algunos cuentan chistes o se ríen de la gracia de algún compañero; es un breve receso que dura apenas 5 minutos, pero cuando terminan de colocar cada prenda quirúrgica, la diversión termina y vuelven a la realidad: una habitación donde se incuba el virus que ha cobrado la vida de miles y del que se han contagiado millones de personas en todo el mundo.
El turno nocturno comienza a las 7 de la noche y termina 12 horas después. En este lapso llegan nuevos pacientes, internados empeoran y algunos otros mueren.
Médicos y enfermeras han vivido de cerca cada una de esta situaciones desde hace dos meses y, pese al agotamiento, deberán vivirlas una y otra vez durante varias semanas, pues el número de contagios, lejos de disminuir, aumenta.
Enfrentarse a la enfermedad. María José es jefa de enfermeras en el turno nocturno, con dificultad encuentra un momento de descanso durante la jornada laboral y, cuando esto ocurre, sale al estacionamiento y fuma un cigarrillo con alguna compañera.
Sabe que el descanso durará muy poco, así que disfruta el aire fresco, pues el resto de la noche estará enfundada en un traje quirúrgico que la hace sudar como si estuviera en un sauna.
“Hace muchas semanas que no veo a mi familia, ellos están fuera de Querétaro y generalmente yo me traslado hasta allá, pero en estos días no puedo hacerlo, es mucho riesgo, mejor me quedo en este hotel que está frente al hospital, los doctores y enfermeras tenemos un convenio para dormir ahí, aunque algunos médicos sólo van para bañarse y después ir con sus familias, yo prefiero quedarme”, comenta.
La enfermera reconoce que enfrentarse cara a cara con una enfermedad aún desconocida como es el Covid-19, es un proceso agotador y angustiante, que trastoca los nervios de cualquiera.
“Es muy difícil, uno sabe de los riegos de nuestro trabajo, piensa en su familia, en los pacientes, en los familiares de las personas enfermas que no pueden ingresar al hospital. Vemos las muertes noche a noche. Claro que ante todo eso a veces nos derrumbamos pero entre nosotros, si se cae uno, se caen todos, somos una familia y nos apoyamos entre todos”, dice.
Cuando el cigarrillo termina de consumirse, ambas enfermeras se dirigen al área de urgencias. Algunos compañeros se preparan con el overol blanco de protección tipo tyvek, pues subirán al último piso, con los casos más graves.
Ella misma utilizará el equipo de protección más robusto en algún momento de la noche, que consta del overol de protección, mascarilla de media cara con filtros anti aerosol, googles, careta, doble guante y botas especiales.
“Las enfermeras somos las que más tiempo pasamos dentro de estos trajes; yo he pasado como 12 horas con ese traje puesto, es muy difícil, sudas mucho, algunos compañeros se han deshidratado, es el trabajo de cada noche”, comenta.
Algunos pacientes duermen, otros lo intentan, pero la angustia de la situación no los deja descansar, permanecen atentos a cada doctor o enfermera que pasa frente a ellos, están ansiosos de recibir alguna indicación, la que sea.
El personal médico, atareado, va de aquí para allá con formularios en la mano, llenan registros, toman nota de los signos vitales de cada paciente. Alguno que otro permanece en un pequeño escritorio, contabilizando los nuevos ingresos en el área.
El área de urgencias fue modificada desde febrero, cuando todo el nosocomio se transformó en zona Covid. Se colocaron algunas cortinas de plástico para aislar a cada paciente.
La mayoría de los enfermos tiene sobrepeso, uno de los padecimientos que, junto a la diabetes y la hipertensión, hacen a los mexicanos más vulnerables al virus.
Proceso de ingreso. Afuera del Hospital General esperan, al menos, un par de ambulancias con enfermos en su interior.
Paramédicos esperan indicaciones de la dirección general para ingresar a los pacientes.
Adentro, los médicos se organizan como pueden, no siempre hay disponibles para recibir a los recién llegados, pues las actividades al interior son muchas.
La espera dura apenas unos minutos y finalmente uno de los doctores autoriza el ingreso; los pacientes son llevados al área de urgencias, donde reciben las primeras atenciones médicas antes de que se sepa, a ciencia cierta, la gravedad de su situación.