En enero pasado, Angélica Ruiz pasó por un momento difícil. A sus 24 años de edad, lo que pensó era un simple resfriado fue diagnosticado como influenza, enfermedad que la tuvo postrada y la cual, dice, no le desea a nadie.
Angélica narra que cuando supo que padecía influenza acababa de entrar a trabajar en un negocio de su rubro, la comunicación. En un inicio pensó que sólo tenía gripa, pero con los síntomas muy fuertes, por lo que se atendió con un médico privado al considerar que era un resfriado común.
Sin embargo, por cuestiones laborales tuvo que acudir al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en donde se dio cuenta que al igual que ella había más personas enfermas con gripas muy fuertes, o lo que aparentaba ser esa enfermedad.
“Cuando fui al seguro, en urgencias, obviamente había muchísima gente como enferma de gripa, pero en ese momento tuve que esperar cinco horas ahí. De plano no me atendían. Fue cuando dije ‘no puedo más’, porque tenía fiebre muy alta, me sentía demasiado mal. Decidí en ese momento no sacar la incapacidad y regresé con mi médico privado, quien me dijo que tenía influenza”, explica.
Señala que tras el diagnóstico hecho, pensó en regresar por la incapacidad al seguro días después, ya que se sentía muy mal para esperar atención médica y que la diagnosticaran.
Precisa que los síntomas son como los de una gripa normal, pero mucho más fuertes, “tumbando” a la gente, con fiebre arriba de 40 grados, escalofríos, dolor de cabeza, todo eso.
Luego de cumplir con el trámite burocrático de la incapacidad, dos días después de la primera visita al IMSS, pues no se podía parar de la cama por lo mal que se sentía, estuvo una semana en reposo total y aislada de otras personas, por lo contagiosa que suele ser la enfermedad.
Recuerda que cuando llegó al instituto y fue valorada por los médicos, el comentario que hicieron fue: “Otra paciente con influenza”, debido a los casos que habían atendido ya en el lugar. Semana y media tuvo que estar en casa, sin poder salir de su domicilio, hasta que se recuperó.
Señala que quizá su contagio se dio en el transporte público, pues por esos días su única actividad era el trabajo en el que acababa de ingresar. Por las mañanas la llevaban, mientras que por las tardes usaba en transporte de pasajeros.
“Lo único raro que hice en esos días era ir del trabajo a mi casa, era el trayecto. De mi familia nadie estaba enfermo. Lo bueno es que no contagié a nadie [ríe]. Avisé en el trabajo, avisé a mi familia. De hecho mi médico privado me mandó una receta para la gente que había estado en contacto conmigo, entonces la rolé con todo el mundo para que no se contagiaran”, abunda.
Angélica dice que en alguna ocasión se vacunó contra la influenza, pero en fechas recientes no lo hizo. Su familia sí se había vacunado, pero ella como estaba de viaje no se había inmunizado.
“Dicen que la influenza [el virus] muta muy rápido, entonces cambia muy rápido. El virus contra el que te vacunas el año, este año, no es el mismo del año pasado, se van haciendo resistentes”, subraya.
Señala que este año ya se vacunó, pues no quiere volver a pasar por la misma situación que hace un año, ya que el malestar general y los días que tuvo que estar aislada fueron muy duros y complicados, lo más importante es evitar complicaciones a la salud, dice.
La juventud de Angélica, aunado a que no padece ninguna enfermedad crónico-degenerativa, la ayudaron a que no tuviera mayores complicaciones, a pesar de que los síntomas son muy fuertes, como el cansancio físico. “Cuando comienza piensas que es una gripa, pero conforme avanza y los síntomas son más fuertes, te das cuenta que no es algo común. Como que el cuerpo no reacciona igual”.
Agrega que en su familia su caso es el segundo, pues hace algún tiempo, una prima, que es maestra, se contagió en la escuela donde trabaja debido a que hubo un brote en el centro educativo.
Añade que lo mejor que puede hacer la gente en este tiempo es vacunarse, pues no por nada son las campañas de vacunación y los avances científicos y médicos que han ayudado a desarrollar las vacunas.
“Les recomendaría que se vayan a vacunar, que no lo tomen a la ligera porque la enfermedad se pueda complicar más y que si tienen cualquier síntoma anormal, porque cada quien conoce su cuerpo y sabe cómo reacciona, pero si se tiene cualquier síntoma, cualquier cosa, que vayan al médico a recibir un diagnóstico, para evitar que uno sea como foco de contagio para los demás”, precisa.
Puntualiza que, además, en muchas ocasiones las personas no son conscientes del peligro de acudir a trabajar con síntomas de lo que parece gripa, pues se convive con los compañeros de trabajo y se contagian más personas, haciendo que crezca la pandemia, pensando que se trata de un resfriado común y corriente, o que no pasa nada por un estornudo cuando en esta época de frío se deben tomar todas las precauciones, como vacunarse.
El desabasto que se prevé para México responde a una mayor demanda del medicamento en países que no acostumbraban la aplicación; se prevé que en un año se regularice la producción acorde a las necesidades de cada nación.
Ante esto, la Secretaría de Salud analiza una campaña selectiva para que se ponga sólo en los grupos vulnerables, y no de manera general como se hacía en otros años, esto ante un desabasto de la vacuna a nivel nacional, informó el secretario del ramo, Julio César Ramírez Argüello.
Llegaron al estado alrededor de 45 mil dosis de esta vacuna. Se hará la distribución y se esperará la instrucción de la secretaría a nivel federal para lanzar la campaña de aplicación.
Si bien la campaña antiinfluenza prioriza a los grupos considerados vulnerables (adultos mayores de 60 años, niños menores de cinco años, mujeres embarazadas y personas con enfermedades crónico-degenerativas), en los centros de salud y hospitales se aplicaban dosis al público en general. De acuerdo con informes de la Secretaría de Salud a nivel federal, el 28 de septiembre comenzó el monitoreo oficial de la temporada de frío.
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