José Luis Almada, compositor y cantante, recuerda a José José con lágrimas en lo ojos. Dice que El Príncipe de la canción era un buen hombre que a todos llamaba hermanos. Tuvo el honor de conocerlo y convivir.
Señala que como también como productor musical tuvo la oportunidad de hacer un festival que promovía a jóvenes cantantes y que era patrocinado por una marca de ron. De ahí surgió Mijares, por citar a uno.
El también escritor recuerda que buena parte de su carrera la ha hecho en la organización, de las comunicaciones en general.
“En alguna época de mi vida fui reportero. Trabajé desde que era más chico para una revista en Celaya, Guanajuato, porque viví ahí y uno de mis compañeros en la misma publicación era Raúl Velasco. En aquel entonces todavía no se iba para la Ciudad de México.
Con el tiempo me fui a la capital donde otra vez empecé a trabajar para los medios y laboré 10 años en una revista que se llamaba ‘Notitas musicales’. Justamente estando ahí, el jefe que teníamos me pidió que fuera con José José, a hacerle una entrevista. No éramos amigos todavía”, señala.
Narra que fue a la casa del cantante, en el Pedregal de San Ángel, donde conoció a Anel, entonces esposa de José José y a sus hijos Pepe y Marisol, que estaban chicos. Ese fue el primer contacto que él. Ya era famoso y un artista consagrado.
“Además, yo tenía un programa de espectáculos en una estación de radio que se llamaba Radio Mil. Me tocó conocerlo en esas condiciones. En ese entonces José estaba filmando una película y era sujeto, como siempre lo fue, de alguna novedad, de algo que se hablara de José.
José Manuel recuerda que en 1978 inició el festival de valores juveniles, al cual invitaron a José José como jurado y padrino de esa primera generación.
Años después hizo un especial para la misma compañía de ron, donde volvió a coincidir con El Príncipe de la canción. “Ahí nos volvimos a ver y platicar. No fue mucho tiempo, pero un contacto con un corazón como el que tenía José, es un contacto amistoso para toda la vida.
Él le llamaba hermano a todo mundo. Era una forma amigable, podía haberles dicho de otro modo, como ‘siéntate compadre’. Esa gentileza me parecía un atributo notable en la persona, ya no en el artista, porque el artista era notable en los escenarios, en sus discos, pero serlo en su vida personal me parecía maravilloso”.
Confiesa que saber de la muerte del cantante le dolió mucho. José Manuel hace una pausa. Su voz se corta y sus ojos lloran. Recuerda que una vez le dijo, cuando era director del festival, que tenía en las manos una gran responsabilidad, pues lo que hacía era rescatar a esos talentos, pero quién los iba a cuidar de las tentaciones de ese negocio.
Con los años reconoce que José José tenía mucha razón, porque en el espectáculo, sabiéndolo en carne propia, recibía todo gratis. Precisa que lograr fama y prestigio no son lo mismo, y José José tenía ambas cosas.
Se les cuestiona si la escena artística mexicana se queda sin ídolos, responde que no, que aún quedan personajes como Luis Miguel y Alejandro Fernández.
“Están surgiendo otros ídolos, pero no con esos tamaños, ni con esas condiciones humanas. El público debe tener mucho cuidado a quien hace ídolo, porque dibujan a alguien a veces inexistente, fantasiosamente”.
José Manuel da un taller de canto, poesía y creación literaria, en la Casa del Jubilado y Pensionado de Querétaro, aunque reconoce que pronto dejará el lugar porque tiene que volver a sus actividades profesionales, retomar proyectos que postergó durante al menos cinco años.
José Manuel es de los tiempos de los discos, de los cantantes que hacían por meses una grabación, y la lanzaban con anuncios espectaculares. Hoy, los tiempos son otros, la industria musical vive otros momentos.
“La industria del disco casi ha desaparecido. Son consecuencias lógicas de un crecimiento tecnológico de todo el mundo, no sólo en México. Pero, las plataformas son herramientas muy poderosas. La gente se da a conocer, es un arma de dos filos, porque también se hacen famosos de la noche a la mañana una bola de burros, sin talento auténtico, pero llegando a las masas”, enfatiza.
Agrega que ya no hay ventas millonarias de discos, pero la industria musical está atrapada en las nuevas tecnologías. Lo que no puede desaparecer es el artista, y debe de aprovechar esas tecnologías para difundir su trabajo y talento.