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A pesar de la modernidad, de los avances tecnológicos y de la pérdida de tradiciones. La Procesión del Silencio organizada por personal de la iglesia de La Cruz, y en la que participan hermandades de varias parroquias, sigue de pie y según sus participantes “es una tradición más viva que nunca”.
En el templo de La Cruz, desde hace meses se preparan para vivir dicha experiencia que representa luto y penitencia después de la muerte de Jesús, según la religión católica.
Como ya es costumbre, las cruces de madera que los hombres llevan a cuestas durante el recorrido, se desempolvan y fumigan, se alinean alrededor del huerto y se reparan aquellas que están en mal estado.
Algunas cruces llegan a pesar 90 kilos, todas están hechas con mezquite. De hecho, existe una comisión dentro de la iglesia encargada de conseguir madera y fabricar nuevas cruces cada año, en total deben ser más de 450.
José Rafael Barrera Ruíz participará este año, por décimo tercera ocasión, en la procesión del silencio; las primeras ocho veces lo hizo cargando una cruz, después apoyó como “buen samaritano”, encargado de ayudar a los demás participantes en la marcha.
“Me encargo de levantar del suelo algún clavo, un arete, alguna cosa que pueda lastimar a mis hermanos, porque algunos de ellos van descalzos, a eso se le llama apoyar como buen samaritano”, comenta.
Él como muchas personas, se negó durante muchos años a participar en las actividades religiosas, hasta que se sintió sumamente conmovido con la película La Pasión, y desde entonces participar en La Procesión del Silencio se convirtió en una actividad casi obligada no sólo para él, sino para toda su familia.
“Esto es algo que cada persona experimenta según sus tiempos, yo rechacé la invitación de mi cuñado que me invitaba a participar en La Procesión del Silencio, siempre le decía que no. Pero después, las circunstancias me llevaron a decir que sí, participé y toda mi familia me apoyó. Yo ponía mil pretextos, que no tenía dinero para mi túnica, que no tenía tiempo, pero recuerdo bien que en ese entonces mi hija apenas tenía su primer trabajo, y me dijo ‘papá yo te ayudo con tus gastos’. Es algo muy simbólico no sólo en la cuestión religiosa, sino también en la cuestión familiar”, agrega.
“Desde entonces participo en la procesión, año con año durante más de una década. Se necesita mucho apoyo, no es sólo salir y hacer la penitencia, por ejemplo desde hace semanas yo me encargo de reparar las cruces, de sacarlas de donde las guardamos y tenerlas listas para que se ocupen el viernes santo”, relata.
Organización del evento
Al igual que Rafael, cientos de personas se involucran en la organización de La Procesión del Silencio. Todas las habitaciones, patios, jardines y salones del convento se habilitan para recibir a aproximadamente 600 voluntarios que primero vivirán un retiro espiritual y después participarán en el evento.
Algunos se encargan de reparar las cruces, otros de limpiar el huerto, preparar las cocinas, regaderas, etcétera.
Tradición viviente
El recorrido que año con año avanza sobre las vialidades Felipe Luna, 5 de Mayo, Pasteur, Reforma, Juárez y Ángela Peralta, Corregidora e Independencia, con una duración de casi cuatro horas, ha sobrevivido también a las transformaciones del Centro Histórico; pues donde antes había casas particulares, ahora hay antros y discotecas.
El organizador de dicha procesión, Rolando Valdez Nieto presidente de la procesión del silencio, hace un llamado a que los dueños o administradores de dichos negocios bajen un poco el volumen de la música mientras la procesión pasa por afuera de las fincas.
Anteriormente, recuerda Rolando, otra de las tradiciones muy arraigadas entre las familias queretanas era la de colgar algún adorno alusivo al tiempo de Cuaresma, en el umbral de las casas por donde pasaría la procesión, acción que poco a poco ha desaparecido y que año con año los organizadores y participantes buscan revivir.
El presidente de La Procesión del Silencio recuerda que la primera ocasión en que se realizó dicha actividad en la iglesia de La Cruz, fue en 1966 y participaron 50 personas aproximadamente. Hoy es un evento que convoca a miles de personas, entre participantes y asistentes.
“El que inició con esta procesión en La Cruz fue Fray Ernesto Espitia, a raíz de una visita que hizo a España, lo que vio allá lo realizó aquí en Querétaro, la primera vez que se realizó esta procesión se hizo solamente en el atrio de La Cruz, fue un recorrido muy pequeño, nuestros archivos nos dicen que en aquella ocasión sólo participaron entre 35 y 50 personas.
“Esta tradición ha crecido bastante, ahora somos aproximadamente mil 600 personas las que participamos en esta procesión, gente de distintas hermandades. Es una actividad que implica mucho trabajo, desde hace seis meses comenzamos a preparar cada detalle, desde conseguir permisos municipales y estatales, conseguir donaciones para la comida que necesitamos en el retiro, además de acondicionar el espacio para recibir a cientos de personas”, destaca Rafael.