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Madrid, España
Adriana Olivia Sosa Cázares es oriunda de Veracruz, México, y ha dado por fin su “Sí” a José Antonio Oliver Serrano, un español nacido en Madrid. Su historia de amor en tiempos de pandemia ha sido construida y bordada con hilos de paciencia, ya que tuvieron que esperar seis meses para que los juzgados y los jueces en España volvieran a estar activos, luego de que el Estado de emergencia sumergiera al país ibérico en un paro total de actividades por causa del virus SARS-CoV-2.
Ella tiene 36 años y es licenciada en administración de hoteles y restaurantes, mientras que él, de 33, es óptico optometrista y audiólogo. Unieron sus vida para romper las fronteras y poder disfrutar así de su amor plenamente.
Se conocieron hace siete años en un barrio muy famoso llamado La latina, bien conocido en Madrid por su multiculturalidad. Adriana hacía un viaje con sus amigas por España; una noche salieron con un grupo de amigos y le presentaron a José. “El flechazo fue inmediato”, relata la veracruzana, un “amor de verano” que acabaría en boda años más tarde.
“La conexión entre nosotros ha sido muy fuerte, mantuvimos una amistad a distancia por años después de conocernos. Por la edad que teníamos en aquel entonces no visualizamos un compromiso inmediato. Regresé cuatro años más tarde de vacaciones a España con mi madre y cuando mi madre lo conoció sabía que él y yo estaríamos juntos, las madres nunca se equivocan”, cuenta Adriana.
Hace dos años José fue a México a pedir la mano de Adriana y juntos decidieron que ella era quien debía mudarse a Madrid y vivir en España por la administración de negocios que hace su ahora esposo. Fue una decisión complicada porque Adriana renunció a su trabajo y se alejó de su familia para seguir los susurros del corazón.
La veracruzana lo dejó todo y llegó a vivir a Madrid en la primera de marzo de este año, una semana más tarde comenzaba con un confinamiento obligatorio en toda España causada por el Covid-19. Fue triste para ella tener que vivir tres meses sin poder salir y con la incertidumbre del virus, además de tener lejos a su familia.
La fecha para su boda llegó después de seis meses de espera. La mexicana realizó una entrevista con el juez para la aprobación de un matrimonio legal y comprobar no tener otros intereses. Y por fin la boda por el civil se llevó a cabo (con muchas restricciones), porque dentro de la sala de la notaría no podían estar más 10 personas contabilizando al juez, sin fiesta, con uso de cubrebocas y distanciamiento.
Desgraciadamente la familia de Adriana no pudo asistir porque México es uno de los países que tiene cerrada la entrada a España por la pandemia. Al final la pareja realizó su celebración con los ingredientes principales: mucho amor, muchas fotos y mucha confianza en que las circunstancias cambiaran para disfrutar de la vida juntos.