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“Pasar la Navidad aquí es muy triste, en ocasiones lloramos y nos deprimimos”, ya que caer en la cárcel es una de las peores cosas del mundo, comenta Humberto, quien lleva más de cinco años recluido en el Centro Penitenciario Varonil de San José el Alto, en la capital queretana.
A pesar de lo difícil que resulta para Humberto no convivir con sus amigos y familiares en las festividades decembrinas, este año lo afronta con mayor optimismo debido a que participó en las actividades artísticas que se prepararon en el Centro Penitenciario para Navidad y Año Nuevo: “estuve preparando la pastorela y también formo parte del coro, que en esta ocasión preparó un repertorio de canciones de navidad que se ofrecieron durante la cena”.
Con una licenciatura en contabilidad y finanzas y oriundo de Tampico, Tamaulipas, Humberto forma parte de una población que supera los mil 680 hombres que se encuentran procesados y sentenciados en el Centro Penitenciario Varonil de San José el Alto.
Para celebrar la Navidad, a los internos del Centro Penitenciario Varonil de San José el Alto se les preparó un menú conformado por espagueti con jamón y queso, pechugas rellenas con queso Oaxaca bañadas en salda de chipotle, ensalada dulce de manzana y zanahoria, además de buñuelos y ponche: “es una alimentación propia de la época, que se les acompaña con pan blanco”, detalló Miguel Ángel Contreras Álvarez, comisionado estatal del Sistema Penitenciario de Querétaro.
Poco antes de las 17 horas del 24 de diciembre, en plena Nochebuena, se observa a cientos de internos, todos ellos uniformados con camisa blanca y pantalón azul, formados para ingresar al comedor de sentenciados, donde en el exterior ya se vive una fiesta. Ahí se escuchan cánticos y villancicos navideños que para esta ocasión preparó el coro, que se integra por más de 20 personas que purgan una condena.
El olor a ponche no pasa desapercibido, son miles de litros de esta bebida los que se prepararon para acompañar los alimentos que se almacenan en recipientes gigantes, pues los internos tienen la oportunidad en esta ocasión de que les den una segunda ración o incluso hay quienes piden en pequeños trastes un itacate para llevarse a sus dormitorios.
Con la supervisión de los custodios y funcionarios del centro penitenciario, un grupo de internos, que se emplean en la cocina todos los días y a quienes se les paga un salario, no se dan abasto sirviendo la cena navideña. Todos quieren darse el abrazo y convivir un rato antes de irse a dormir.
Para quienes se retiran del lugar con la barriga llena, lo hacen con un gesto de alegría, pues reciben una bolsa de dulces y fruta de la época.
Días difíciles
“En Navidad quisiera estar cenando con mi hijo y mis padres, pero a ellos lo que les tranquiliza es que aquí estoy seguro llevando mi proceso penal”, comenta Humberto, quien se ve emocionado porque en aproximadamente ocho meses podrá recuperar su libertad, tras haber sido sentenciado hace cinco años.
“Este año para mí ha sido divertido esperar a que lleguen las fiestas de navidad, debido a que me involucre en la organización de la pastorela y del repertorio que preparó el coro, donde mis compañeros han estado bien participativos”.
Para Humberto son días difíciles encontrarse tras las rejas, pero enfatiza que en su periodo de reclusión aprendió valores como la integración, además de que hoy se siente con mejores herramientas para tomar decisiones para cuando recobre su libertad: “pronto espero salir con la frente en alto y reinsertado a la sociedad para seguir adelante en mi vida”.
“Yo siempre con mis amigos y amigas, al igual que mis familiares, me decían que estar con una enfermedad terminal o en la cárcel es lo peor del mundo, pues sí, jamás pensé vivirlo y ahora que lo estoy viviendo creo que no me ha ido tan mal, por eso le doy las gracias a Dios de estar en Querétaro, en este penal”, expone Humberto, un hombre de complexión delgada, que además usa lentes para realizar sus actividades cotidianas.
“Hoy es Navidad y estoy muy contento, no se olvidaron de mí, vinieron a verme, estuvieron conmigo un grupo de amigos de la Ciudad de México, gracias a Dios compartieron conmigo esta fecha”, destaca emocionado Humberto, quien se da tiempo para no perderse de su cena navideña y para entonar “Noche de Paz”, una de las canciones que más se repite durante la convivencia.
Para Humberto es la quinta Navidad que pasa en el Centro Penitenciario Varonil de San José el Alto y “espero que sea la última. La primera navidad que pasé aquí fue muy triste, padecí mucha nostalgia y tristeza por estar lejos de casa y por estar en lugar en donde no quieres estar. Aquí se llora, nos deprimimos, pero también nos hemos levantado”.
Querétaro es una ciudad que le gusta para vivir y cuando recobre su libertad así lo hará Humberto, pero antes explica que estará en su tierra Tampico para resolver unos asuntos personales, “es uno de mis objetivo venirme para acá con mi familia, allá es muy inseguro para vivir”.
Por la mañana, horas antes de la cena navideña, los internos montaron una pastorela navideña titulada “Entre alas y cuernos”. Ellos participaron en la creación de la escenografía, vestuario, pronunciación, efectos de sonido y musicalización de la misma.
La pastorela que duró 45 minutos, se presentó en el área común de dicho Centro Penitenciario ante la presencia de las personas visitantes.
bft