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Las paradas tipo Dubái, construidas durante la administración municipal capitalina anterior con una inversión superior a los 33 millones de pesos, es una infraestructura que la mayoría de los usuarios del transporte público no utilizan.
La molestia principal de los usuarios es porque “los camiones no se paran y desde adentro de la parada no se puede ver cuál ruta es la que viene, por eso muchos decidimos esperar afuera”, comenta la ciudadana María Guadalupe.
Por eso la mayoría de las personas que hacen uso del transporte prefiere esperar su camión afuera de la estructura y bajo el rayo del sol.
Este tipo de espacios se construyeron en las paradas de camión de mayor afluencia de usuarios de camiones urbanos y el objetivo era ofrecer una mayor comodidad debido a que se diseñaron para tener red de wifi gratuita, aire acondicionado, dispositivos de videovigilancia, elementos de apoyos isquiáticos para personas con discapacidad o de la tercera edad y pantallas informativas con horarios.
Una de las más concurridas es la instalada sobre la Avenida Zaragoza, a la altura del Colegio Salesiano; la mayoría de las personas prefiere esperar su transporte sin hacer uso del lugar.
En algunas estaciones no funciona el aire acondicionado, los televisores están prendidos, pero solo muestran imágenes de publicidad y números telefónicos para nuevas contrataciones.
“Yo siempre espero mi camión aquí para irme a trabajar, pero la verdad siento que estaba mejor antes (sin las paradas), ahora se hace mucho amontonadero de gente, es cierto que cuando llueve pues está uno más a gusto, pero es más batallar”, comenta Lourdes Molina, una usuaria que espera su camión.
La parada de alta densidad ocupa casi toda la banqueta, sólo queda un espacio de poco más de un metro para que transiten los peatones que salen de la parada para abordar las unidades, los pasajeros que bajan de la misma unidad y los transeúntes que sólo pasan por ahí, genera un tapón de gente que impide que se pueda caminar con fluidez.
A esto se suma el factor de que los choferes no se detienen en las estaciones, algunos pasan de largo, bajan al pasaje en segunda fila o algunos deciden detenerse en otros puntos.
Isela Ramírez es de las pocas personas que espera la unidad al interior de la parada, pero la ruta llega de prisa y apenas alcanza a salir de la estructura para enfrentarse a un tumulto de gente que obstruye las entradas y salidas, “con permiso”, “con permiso por favor” repite sin mucho éxito; el chofer decide no esperar y arranca sin subir a la pasajera.
“Yo por eso siempre he dicho que estas estaciones no sirven, están bien porque te protegen del sol o de la lluvia pero los choferes no se paran y siempre es una lata, por eso mejor estamos todos amontonados ahí afuera de las instalaciones aguantando el calor. Yo pensé que iban a ser como las del Qrobús, que los camiones se pararían a fuerza, pero ya vi que no”, comenta molesta la usuaria del transporte.
La situación es similar en la parada ubicada en El Cerrito, donde decenas de personas esperan su camión a todas horas del díaademás de taxis, principalmente durante la mañana y la tarde, debido a la fuerte actividad comercial por el mercado de El Tepetate y el tianguis que se instala los días jueves y domingos.
Ahí espera Ignacio Vega, profesor de primaria que todas las tardes toma su camión en ese punto. Considera que la idea de tener una parada de este tipo es buena, siempre y cuando las autoridades de movilidad se involucren y pongan orden.
“Esperaba que estas paradas fueran un cambio integral, que de verdad estuvieran reguladas y que los camiones tuvieran la obligación de detenerse, pero aquí el instituto no se mete, no piden que las respeten, aunque no tuvieran aire acondicionado, internet, etc, así fuera sólo un techo, hubiera preferido que la movilidad fuera lo más importante”.
“Se ven muy bonitas, pero no funcionan. El problema más grande es que las unidades no se detienen, eso se arreglaría si el IQT se involucrara pero todo se atiende por separado, la gente estamos corriendo de un lado a otro para alcanzar los camiones”.
Otros usuarios no saben a ciencia cierta cuál es la función de las paradas de alta densidad, otros incluso piensan que aún no están terminadas.
En Avenida 5 de febrero, a unos metros de donde operan las oficinas corporativas del banco Santander, actualmente hay una gran cantidad de comerciantes ambulantes de alimentos y dulces, quienes aprovechan el alto flujo de usuarios del transporte público, debido a que no usan la parada, la cual luce vacía la mayor parte del día.
El actual gobierno municipal decidió desde el mes de noviembre pasado concesionar a una empresa privada las paradas tipo Dubái, la cual se encarga de su correcto funcionamiento.
La secretaria de Administración del municipio de Querétaro, Alejandra Pulido Briseño, señaló que al otorgar la concesión el gobierno municipal ahorra hasta medio millón de pesos al mes.
Aclaró que la concesión se otorgó por 20 años, permitiendo que dicha empresa anuncie la publicidad que sea necesaria. Pulido Briseño aseguró que de manera constante, personal del gobierno municipal supervisa que cada una de las paradas se encuentre en buenas condiciones, de lo contrario, la concesión puede retirarse.
“He notado las paradas más limpias, ese es el principal cambio que he notado, antes incluso olían mal. Lo que sí es que en algunas el aire acondicionado no funciona, y ya ve que dijeron que todas las estaciones lo tendrían”, comenta María Guadalupe, usuaria del transporte público.