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París, Francia
“Macron, vendremos a buscarte a tu palacio”, “El capitalismo nos roba “, “Un año de conflicto, una vida de sufrimiento”. Esto son algunos de los lemas exhibidos durante este sábado 16 de noviembre en París, en la celebración del aniversario de los chalecos amarillos.
Los miembros de este movimiento que en sus inicios reunió a casi 300 mil personas, contra 13 mil en el acto número 53, buscaban en esta fecha simbólica revivir los momentos fuertes de la movilización, y volver a mostrar el descontento que todavía existe en el país galo.
Se manifestaron casi 10 mil personas en las calles parisinas, en tres grupos divididos. Unos grupos de individuos violentos aprovecharon la desorganización para tomar la “Place d’Italie” y su centro comercial, un lugar simbólico para los manifestantes ya que se había invadido en diciembre del año pasado. Los enfrentamientos con las fuerzas de policía fueron tan fuertes que la prefectura decidió cancelar la manifestación inicialmente planeada, dejando a los miles de manifestantes venidos del resto de Francia sin posibilidad de expresar su descontento. El día se concluyó con algunas imágenes más pacíficas de la otra parte de las manifestaciones, llegando a la basílica del Sagrado Corazón.
De este acto 53 y de este año de lucha social se pueden sacar dos conclusiones:
La primera de ella es que la fractura social que existía hace un año, y que provocó la explosión que personalizaron los chalecos amarillos, sigue viva. El litro de gasolina, que fue la primera causa del descontento masivo, sigue al mismo nivel (1.50€); los estudiantes si bien reciben desde hace seis meses el apoyo de la seguridad social de manera gratis permanecen con las mismas dificultades; y el salario mínimo no ha subido más que 36€ a pesar de las promesas del gobierno.
La segunda es que el movimiento ha ido perdiendo legitimidad mientras la violencia crecía en las manifestaciones. En doce meses, la popularidad del movimiento cayó de un 82% a un 47%, una dramática expresión de la mala imagen que las violencias generan en una protesta social. Prueba de esta violencia, las cifras de este año de movilización: 15 muertos, 4 mil 500 heridos (entre ellos 2 mil policías), más de 12 mil detenidos y 2 mil enjuiciados. El papel de los black blocs (grupos extremistas violentos que aprovechan el caos de las manifestaciones para destruir vitrinas o quemar coches) y la emergencia de estos grupos en París, agrediendo a los comercios de los Campos Elíseos, es sin duda una de las imágenes que más se recordarán de este año de movilización.
Finalmente, muy lejos de dinamizar el movimiento, este sábado se resumió en una especie de caricatura final, como la triste conclusión de un año de conflicto social, sin respuesta política adecuada.