Más Información
Agenda muy apretada la de los Reyes Magos en estos días en el estado de Querétaro. Aún con el cansancio a cuestas por la noche de trabajo el sábado y madrugada del domingo, acudieron al auditorio Josefa Ortiz de Domínguez la tarde de ayer, al festejo de Día de Reyes del DIF estatal.
La presidenta del Patronato del instituto, Karina Castro de Domínguez, encabezó el evento en el cual los Reyes Magos regalaron, a través de una rifa, bicicletas y carros deslizadores, que genéricamente y por tradición se les llama avalanchas, aunque esa sea una marca.
El auditorio luce casi lleno de familias que acuden al evento y esperan ser favorecidas con un regalo, y si no es así, al menos tomarse una fotografía con los personajes tan queridos por todos los niños.
El locutor del evento lee los nombres de los afortunados que obtuvieron un premio, y dice en qué consiste el mismo.
Las bicicletas y las avalanchas cambian de manos, de las de los trabajadores del DIF estatal, a las de los niños o las de sus padres de familia que suben al escenario a recoger el regalo que la diosa fortuna les concede vía los Reyes Magos.
Muchas niñas y niños llegan aún con el uniforme escolar a la cita, los que van a la escuela al turno vespertino, y que se apresuraron para poder estar en el festejo.
Impacientes
Arriba del escenario se comienzan a juntar los ganadores, pues para hacer más ágil la entrega el locutor los lee con rapidez.
Los afortunados que están más lejos del escenario tardan en llegar, lo que complica la entrega del regalo.
La llegada al escenario se complica también porque los niños, aburridos de estar quietos en un sólo lugar, corren por los pasillos, que al mismo tiempo son ocupados por algunos padres quienes, confiados en su suerte, esperan a ser llamados y no tardar en llegar.
También se reparten pelotas, juegos de té, y de boliche, que son agradecidos por los menores con una gran sonrisa.
En las butacas también se viven situaciones complejas. Una mujer acusa a otra de haberle robado el teléfono celular, a lo cual la acusada responde que no sabe qué pasó con el dichosos aparato.
El personal de seguridad acude ante el llamado de auxilio y para aclarar el malentendido que se ha formado.
Se limitan a cambiar a la sospechosa de lugar, aunque en un principio la querían desalojar del auditorio.
Las autoridades se retiran a la mitad del evento. Una sonriente Karina Castro sale rodeada de personal del DIF, y algunos invitados especiales que acuden al auditorio y que quieren saludarla.
Después de casi una hora de repartir juguetes los Reyes Magos concluyen por fin su trabajo.
Alguno niños aprovechan para subir al escenario y conservar el momento para la posteridad en la memoria del teléfono de mamá o papá.
El maestro de ceremonias da las gracias a los presentes, quienes se apresuran a tomar camino a las salidas del auditorio.
Los que más tardan en salir son quienes llevan bicicletas y avalanchas nuevas. Se abren paso lentamente entre la muchedumbre que abandona el auditorio sin regalo.
Todos a jugar
Afuera, por unos minutos, la explanada del Josefa se convierte en un salón de juegos, donde las niñas y niños afortunados que ganaron un regalo lo estrenan.
Una decena de menores, apenas bajan las escaleras del auditorio, montan las bicicletas, otros más son empujados en sus carros deslizadores, mientras que algunos más patean las pelotas que les acaban de regalar.
La fiesta se prolonga alrededor de media hora, mientras los asistentes desalojan en auditorio.
Algunos de los afortunados esperan que sus familiares pasen por ellos afuera del auditorio Josefa Ortiz de Domínguez, pues no esperaban ganar un regalo tan voluminoso; complicado para llevarlo en el transporte público.
Sin importar si ganaron o no regalo, los pequeños asistentes salen contentos del evento, que sirve para dar cerrojazo a los festejos navideños, prolongando un día más la alegría en ellos.
Los padres de familia, en tanto, siguen con las llamadas a familiares para que pasen por ellos.
Esperan pacientes. Cuando el auto del familiar se detiene frente a ellos, los primeros en presumir el regalo son los ganadores. En tanto, los orgullosos padres realizan maniobras para acomodar la bicicleta y la avalancha en la cajuela.
Otros más prefieren parar un taxi o llamar uno a través de las distintas plataformas. La escena es casi la misma, sólo que los niños no presumen al chofer el regalo. Simplemente suben al asiento de atrás y se acomodan para el viaje.
Las luces del auditorio se apagan y sólo quedan los vendedores de dulces, refrescos y cigarros, que tienen sus puestos en la explanada.
Un niño aún juega con una pelota rosa, pero es llamado por sus familiares para retirarse, pues no tardan en cerrar las puertas del lugar.
Los Reyes Magos han concluido una vez más su misión de llevar alegría a los niños. Ahora sólo queda a los pequeños esperar un año más para su llegada.
bft