En España más de 300 taxis se concentran y hacen filas todos los días a las afueras de las estaciones de tren y del aeropuerto de Madrid. La crisis sanitaria causada por la pandemia de la Covid-19 ha paralizado a ciudades enteras dejando en el olvido a los taxistas detrás del volante esperando un pasaje hasta por 3 horas.
El principal problema para los taxistas antes de que llegase la pandemia era su incansable lucha con aplicaciones de transporte que desde el celular te permiten acceder a un servicio práctico y más económico, con unidades de lujo en perfectas condiciones que te ofrecen agua o escuchar tu música favorita mientras haces el recorrido a tu destino. Paraísos fiscales que — alegan los taxistas— explotan al conductor con horarios inhumanos y bajos sueldos.
Los choferes de taxi en la actualidad se enfrentan a una nueva lucha, ciudades sin movimiento. Con las nuevas modalidades del trabajo desde casa, sin turistas, sin eventos deportivos, sin espectáculos culturales, y con la restauración cerrando a medias jornadas. Han creado que las personas utilicen cada día menos el servicio de taxi.
Mientras hacen la interminable fila se observa a los conductores de taxis a la espera de la llegada de pasajeros aprovechar para limpiar su unidad, leer el periódico, dormir, fumar un cigarro o charlar entre ellos, el margen de su ganancia cotidiana ha caído en un 80%.
Las horas de espera hacen aparecer la depresión y el estrés al ver que no se llega a final de mes. Con caras de resignación, impotencia y tristeza viven una situación límite desde hace meses, sin soluciones ni apoyos por parte del gobierno español.
El sector el taxi supone un riesgo de quiebra para cerca de 100 mil familias. Por ello, asociaciones de taxistas han reclamado al Gobierno español la aprobación urgente de un paquete de medidas específico ante la pandemia. Apoyos que destinen una partida del fondo de recuperación para la crisis del Covid a trabajadores que continúan prestando servicios.
Es de destacar, que el comportamiento de muchos taxistas en España ha sido ejemplar, saliendo todos los días a la calle y realizando en todas las poblaciones de España servicios sociales, colaborando con el personal sanitario y con voluntarios que se han prestado para ayudar en una de las peores crisis del coronavirus.
Los taxistas han aprovechado esta crisis sanitaria para emprender un camino hacia el incremento de la calidad de su servicio. Los choferes usan la mascarilla todo el tiempo, han puesto divisiones entre los asientos para estar sin contacto con los pasajeros, ofrecen gel desinfectante y limpian con productos sanitizantes para contener los contagios.