Catalina Creel (María Rubio) lo tenía todo preparado: la podadora a un lado de la alberca y el momento exacto en el que empujaría al detective Norberto Suárez para electrocutarlo. Desde que supo que ella mató a su esposo, era indispensable quitarlo del mapa —muy a su estilo— y lo hizo en una de las escenas más recordadas de Cuna de lobos.
Esa escena se grabó a las dos de la mañana en Cuernavaca y Humberto Elizondo, el actor que dio vida al detective, recuerda muy bien ese momento porque, si bien no se electrocutó, por poco se ahoga.
Se suponía que esa noche la producción llevaría diesel para calentar el agua de la alberca y dos trajes para él en caso de que la primera toma no saliera bien pero, como si la maldad de Catalina superara la ficción y quisiera hacerles una jugada, a la hora de la hora ni llegó el diesel ni llegaron dos trajes, así que Humberto tuvo que hacer varios ensayos en traje de baño y con el agua helada para no arruinar su único traje.
“Lo que yo no sabía al momento de hacer la escena real es que cuando te tiras al agua en traje las bolsas del pantalón y del saco se llenan de agua y te jalan hacia abajo. Todo el mundo me dijo que qué bien que lo hice, pero me estaba ahogando de verdad”, recordó el actor.
Así como atesora ese momento, Humberto nunca olvidará la gran enseñanza que durante esa telenovela le dio María Rubio, y que lo hizo revalorar su trabajo como actor, pues un día de grabaciones ella lo separó de los demás y le dijo:
“El señor Azcárraga se gastó mucho dinero para hacer estos estudios, compró cámaras y todo esto para que usted salga en la pantalla. Usted anda buscando trabajo y ya se lo dieron, ahora explíqueme, ¿por qué quiere irse tan rápido, por qué no disfruta cuando está en la cámara? Lo van a ver millones de personas”.
Desde ahí María Rubio, quien falleció ayer a los 83 años, se convirtió en una maestra para él, en un icono.
“Ella y mi madre tienen un lugar muy especial en mi vida”.
En su opinión, la historia de la televisión se divide en dos momentos. “Una, con la telenovela Los ricos también lloran y dos, Cuna de lobos... Lo demás son anécdotas”.
Cuando se hizo Cuna de lobos en 1986, María compartió crédito con otros jóvenes actores que hoy son referente: Alejandro Camacho, Rebecca Jones y Diana Bracho, quien recordó cómo se ganó María su lugar.
“A ella le dieron el último crédito en la entrada de la novela y se convirtió en la protagonista absoluta de ella. Decía: ‘no me importa, yo me gano el crédito actuando’. Y es una enseñanza que yo he aplicado en mi trabajo”.
Recuerda que siempre estaba lista para sus escenas y si hay algo que la caracterizaba era su sentido del humor, muy ácido pero encantador.
En esto también coincide su gran amiga, Patricia Reyes Spíndola. Hace más de 15 años que el trabajo y las giras las unieron y desde ahí se creó una amistad fuerte.
Hace una semana Patricia visitó a María y se suponía que hoy se verían de nuevo.
Un infarto se llevó ayer a María Rubio, pero se queda entre su gente el recuerdo de las anécdotas, de las cosas felices y tristes que compartieron en la vida.
A su público deja sus personajes, a la cruel Catalina Creel, esa mujer con un parche siempre combinado con su atuendo, que impuso moda y que salió de la pantalla. A Diego Olivera le contaron que la maldad de Catalina fue tal que condenó un par de años a María Rubio en la vida real, pues ninguna mujer quería trabajar con ella en su casa.
También deja desde 1955 una treintena de mujeres a las que encarnó en programas como Teatro fantástico y en telenovelas como El derecho de nacer, ¡Vivan los niños! e Imperio de Cristal, más las que creó en el teatro. Su última aparición fue en Una famiia con suerte, después se retiró por problemas de salud.
Angélica Vale trabajó con María en la obra La casa de Bernarda Alba, lo que las unió de una forma muy especial. “Era una mujer maravillosa, encantadora, no tengo que decir lo gran actriz que fue pero era un ser maravilloso y me duele tanto tanto su partida, el no volverla a ver… Debe estar abrazándose con Claudio —su hijo— allá arriba”.
En noviembre pasado, su hijo Claudio Reyes Rubio falleció en un accidente automovilístico al regresar de grabar una telenovela, hecho que, coindicen Bracho y Spíndola, deterioró su salud.
La actriz, a quien le sobrevive una hija, Adriana, fue velada ayer en la Ciudad de México.