Quienes platicaron con ella en alguna de sus visitas a México recuerdan a Dolores O’Riordan como una mujer capaz de sorprenderse por cosas pequeñas, como el sabor de una fruta, amable en su conversación y siempre luciendo un pequeño crucifijo en el cuello. De hecho, su nombre es el resultado de la fe de su madre en el catolicismo.
También por mostrarse taciturna. En 2007, de visita en México, Dolores hablaba de su búsqueda de la felicidad, como si fuera algo inalcanzable, complejo. Recordaba entonces que a sus 23 años, cuando murieron sus abuelos, ella advirtió que sus emociones eran inestables. Fue al psicólogo y se refugió más en su niñez, esa época en la que gustaba de tocar el piano en una iglesia, conversar en grupos religiosos y trabajar en una tienda de ropa para ayudar a su familia.
Este lunes, la muerte la sorprendió “súbitamente” a los 46 años de edad mientras realizaba algunas grabaciones en Londres, anunció su agente de prensa. Lo demás es, hasta ahora, un misterio.
Dolores tenía tan sólo 18 años cuando nació The Cranberries en Irlanda, proyecto que se caracterizó por su compromiso social con canciones como Zombie: “El tema era una crítica al armamentismo, a la situación que permanecía en Irlanda del Norte. Algunas de sus canciones sí tenían una temática de cuestionamiento, de poner en perspectiva algunos de los problemas que estaban viviendo”, destaca el crítico musical, Jorge Soto.
En 1994, The Cranberries ofreció su primer concierto en México, en el teatro Metropólitan. La especialista musical Julia Palacios recordó esa primera presentación de quien considera, fue una de las agrupaciones más simbólicas de finales del siglo XX.
“El espectáculo fue muy entrañable porque la voz de Dolores era excepcional con esos agudos que alcanzaba. Llenaba todo el escenario con la voz, a los que estábamos ahí nos impresionó porque una cosa es cuando escuchas las grabaciones y otra cuando los estás viendo en vivo”.
La irlandesa era una defensora de la música con contenido. Decía que las buenas composiciones son inmortales porque siempre hay quien valore las canciones honestas.
En el 2000, la gira Bury the Hatchet los traería de nuevo al Auditorio Nacional y, en 2002, regresaron con el tour Wake Up and Smell the Coffee World.
El extenuante ir y venir y la ausencia de una vida “normal” llevó a la agrupación a parar el proyecto en 2003, pausa de la que volvieron en 2009. En medio, Dolores probó suerte con un disco como solista titulado Are you listening? La celebración de su reencuentro se vivió en México en 2010, con Reunion Tour.
Desde mayo de 2017, un problema en la espalda provocó que la banda cancelara 30 conciertos en Europa y en Estados Unidos. Sus amigos tenían fe en su recuperación: “Con el corazón partido tenemos que anunciar que tuvimos que cancelar estos shows. Dolores está teniendo un buen progreso”, anunciaron.
Siempre cuidó su imagen y trató de ser discreta. De aquello que pasaba abajo del escenario compartió poco, pero fue contundente. Dolores O’Riordan confesó en 2014 que sufrió abuso sexual cuando tenía entre ocho y 12 años, lo que derivó en trastornos alimenticios, depresión y crisis nerviosas.
Por su mente también pasó el suicidio. “Traté con una sobredosis el año pasado... Supongo que debo estar aquí por los chicos (sus tres hijos)”.
En 2015, la cantante dijo al sitio metro.news que había sido diagnosticada con trastorno bipolar. “He experimentado extremos durante mi vida, pero apenas fui diagnosticada hace dos años. Hay dos extremos del espectro, puedes estar extremadamente deprimida y te vuelves maníaca”.