Hablar del caso Harvey Weinstein, productor acusado de abuso y acoso sexual, no es algo que interese a Guillermo del Toro porque, dice, es más importante señalar sobre los feminicidios en México.
Ayer durante un encuentro con la prensa tras la proyección de su filme La forma del agua, en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia, el realizador dijo que no por agarrar al “coco” (monstruo para espantar niños), se acaba el problema.
Weinstein produjo en 1997 la cinta Mimic, dirigida por Del Toro.
“Lo que diga yo de ese tópico (Weinstein) es la opinión número 150 mil, pero mi opinión acerca de la posición sistémica, endémica, en todas las industrias en todo el mundo hacia la mujer, es absolutamente real.
“Hablamos de un sistema milenario, completamente fracturado y de eso hay que hablar, me parece más útil hablarlo en serio y hablarlo aquí en México, ver qué se hace aquí, qué pasa aquí”, indicó Del Toro.
“(Aquí) hay un feminicidio consuetudinario diario, ¡esa es la conversación la que se tiene que tener a diario con uno mismo y en el lugar de trabajo!, me cae de madre que se ha visto pero qué se ha hecho, si nada más nos concentramos en el coco y de que ya lo agarraron, pues está vivo aquí todos los días y es de lo que tenemos que hablar”, subrayó.
El Gordo ganó en agosto pasado el León de Oro de Venecia a Mejor Película por La forma del agua, una historia de amor entre una chica muda y un ente anfibio, tras conocerse en un laboratorio militar.
“Para los registros de mis películas, ésta es la más optimista que he hecho”, destaca el director.
Es también una película en donde dejó hablar al Guillermo adulto, dando su mensaje político de intolerancia hacia lo distinto.
“Hice a Del Toro chiquito con fantasmas en El espinazo del diablo o en un cuento de hadas con El laberinto del fauno, ahora fue de qué quiere hablar Guillermo grande a los 53 años, que puede ser buena o mala, pero queriendo decir algo”, expresa.
En crisis y el remedio. Apunta que La cumbre escarlata, su anterior filme, fue parte de una crisis existencial y laboral, pues la cinta se vendió como película de terror, aunque no lo era, para recuperar costos.
“El cine ideal, hermoso, es el que más íntimo se hace y puede sacarse en escala grande o pequeña. Mi biografía es que le chingo todos los días y (esa) me hizo crisis la vida y dije qué voy a intentar como persona y debo hacer cosas que me dé miedo enfrentar o por curiosidad y es La forma del agua, renovarse o morir”.
Las películas domingueras, dice, lo ayudaron a salir de los bajones emocionales en su vida. Recuerda que de niño iba al cine a ver Tarzán, donde Jane salía desnuda. “Entre El grito de la muerte de Gastón Santos y La criatura de la laguna los domingos son las favoritas, el cine dominguero es sabroso, de las mías la calculadamente dominguera es Titanes del Pacífico y hace lo que tiene que hacer ese día y me encanta”, expone.