John Lennon debe estar loco. Es junio de 1967 y el cantante recién conoció a una artista plástica llamada Yoko Ono. Ella será el detonante de esta vertiginosa etapa de su vida: la causante de su locura creativa, de su activismo y, para algunos, de la separación de la emblemática banda The Beatles.
Nada de eso ha pasado todavía. El cuarteto de Liverpool está por lanzar un proyecto innovador: Sgt. Pepper’s Lonely Heards Club Band, un álbum con el que se originaba una agrupación ficticia que tendría la libertad creativa y física que la fama le había arrebatado a The Beatles. A la postre, el proyecto marcaría un parteaguas en la historia musical por su concepto, composición y proyección.
En México, EL UNIVERSAL dedica su sección de entretenimiento a artistas locales: hay una euforia porque Raphael está de visita en el país para grabar un programa de televisión que se transmitirá por el canal 2.
No obstante, ahí están los británicos:
“John Lennon debe estar loco”, escribe el columnista de aquella época. “Es, como usted sabe, uno de los afortunados melenudos del mundialmente aclamado conjunto de Liverpool, o sea Los Beatles. Por lo que hemos visto y leído, pensamos que el pobre ‘cabeza llena de humo’ debe estar un poco afectado de sus facultades mentales”, asevera.
Muchos lo piensan. Los Beatles se encerraron 129 días para crear su nuevo material, pero tanto los seguidores como los medios de comunicación tienen suspicacias. Su disquera, EMI, teme que su ambicioso proyecto de 25 mil libras (muy superior en gastos a sus otros discos) no rinda frutos; sus fans, ser segregados tras las muestras de hartazgo de la banda.
Además está la actitud de John: dos semanas atrás, el enamorado cantante compró un Rolls-Royce que pintó de amarillo. Pidió al artista Steve Weaver que lo ataviara de flores, inspirándose en una vieja caravana gitana que había adquirido para su jardín.
El auto es, en 1967, un referente de las buenas costumbres británicas, es el coche que compraría alguien de clase alta. John lo pintó y se pasea como si nada. En el centro de Londres, se dice, una mujer atacó el coche con su paraguas mientras gritaba: “¡Cerdo, cerdo! ¿Cómo te atreves a hacer esto a un Rolls-Royce?”
Club existencial mexicano
Estamos en 2017. México es ahora uno de los países más beatlemaniacos del mundo; eso dicen los números.
Los medios de comunicación hablan de los 50 años de Sgt. Pepper’s Lonely Heards Club Band. Se ofrecen conferencias y charlas en el Centro Nacional de las Artes. Spotify, el servicio de mundial de música, confirma que somos la tercera nación que más escucha el álbum; sólo detrás de Reino Unido y Estados Unidos.
¿La razón? Los mexicanos somos de corazones solitarios, considera Fernando Ramírez López, especialista de la agrupación británica.
“Un millón de personas podemos ir a una marcha o una reunión, estar acompañados, y preguntarnos: ‘¿Qué tan solos estamos en este espacio?’ Esa es la problemática de la tremenda soledad que vivimos. Los Beatles sabían de eso porque leían a Jean-Paul Sartre y a Albert Camus”, considera.
Si este álbum fuera una prueba del existencialismo en la era digital, entonces los mayores adeptos de esta filosofía no sólo serían mexicanos, sino menores de 40 años.
Spotify asegura que poco más de la mitad de quienes escuchan este disco (50.1%) no rebasan esa edad.
“Con la rebelión, nace la conciencia”, escribió Camus, y Los Beatles eran rebeldes aún sin saberlo. A eso atribuye Ramírez López la maestría de esta obra que ha penetrado en miles de mexicanos de distintas generaciones.
Álbum conceptual, con elementos de rock instrumental y psicodélico, cuya ilustración resignificó un homenaje al arte mismo, a la figura pública y el aura que se erige a su alrededor.
Que si sacaron a Hitler y a Jesucristo, que si se invitó a Cantinflas, que si Paul McCartney había muerto. Lleno de mitos.
“Sargento Pimienta fue innovador: una agrupación ficticia para confrontar al mundo a otro ritmo; como cuando Elvis y el Coroner Parker (su mánager) mandaban de gira a su Cadillac; se trataba de una extensión del artista”.
Kilometraje ilimitado
De vuelta a junio de 1967. Sgt. Pepper’s Lonely Heards Club Band ha salido a la venta pero nadie en México habla de él.
A partir de ese mes, estará 27 semanas en la cima del chart del Reino Unido y 15 en el Billboard 200 de Estados Unidos. Al siguiente año ganará cuatro premios Grammy, siendo el primer disco de rock en lograr esa distinción.
Presley, en cambio, sí acapara los titulares. “Hoy, en los cines México y Polanco, se estrena Paraíso hawaiano, la más reciente y la mejor película de Elvis Presley, el baladista ídolo de los adolescentes”, se lee en EL UNIVERSAL.
Hay otra nota de El Rey: “El ruidoso galán había recurrido al matrimonio no sólo porque está enamorado de su esposa sino porque también ha empezado a tener desmedido terror a la soledad”, se lee.
Justo debajo del texto hay un espacio dedicado al vocalista de Los Beatles. “John Lennon debe estar loco”, dice el columnista. “Basta ver la foto de su carro Rolls-Royce y leer la descripción que de él hace el cronista, para pensarlo. Vea usted: 'color de fondo amarillo canario, estampados de hermosas flores y signos del zodiaco en tonos amarillo, verde, azul y rosa’. Un auto como para museo, y también como para detener el tráfico por donde quiera que su dueño lo ruede… ¡Lástima de Rolls-Royce!”
El auto tendrá algunos dueños. El último será un canadiense de nombre Jimmy Pattison, quien lo adquirirá en 1985 por 2.3 millones de dólares y lo exhibe en su país. Antes será el vehículo de John y Yoko, pero también subirán a él artistas invitados por el Beatle, como los miembros de Rolling Stones y Bob Dylan.
Sgt. Pepper's Lonely Heards Club Band, por su parte, será uno de los álbumes más vendidos de la historia: 32 millones en los albores del siguiente siglo. En 2003, la revista Rolling Stone lo nombrará el número uno y, de 2015 a 2017, sus reproducciones en Spotify sumarán más de 11 veces el tiempo que lleva de haberse publicado: 564 años de música continua. Una locura.