Antes que especialista en sonido, por lo cual se encuentra nominado al premio Oscar, Sergio Díaz fue DJ y de los buenos, en las discotecas de una cadena hotelera en Puerto Vallarta, Cancún e Ixtapa.
Entonces tenía 16 años y con carrete, tijeras y mucha imaginación, editaba las canciones que pondría en la consola para hacer bailar a la gente.
Pero al convertirse en papá y los niños crecer, se dio cuenta que quería ser una persona “normal”, atendiendo a su familia y aceptó la oferta de un amigo para entrar a Zeta, empresa de audio que comandaba Martín Hernández (Amores perros y El laberinto del fauno).
“Y no tenía le menor idea de lo que estaba haciendo, porque ahí era todo con computadora y lo que yo hacía de DJ, era en tornamesas”, recuerda divertido.
Así que, para entender el proceso tecnológico, comenzó a leer todo lo que le ayudara y llegaba tres horas antes a la oficina, para practicar sin que lo vieran.
“Agarraba comerciales ya hechos y yo hacía cosas con ellos, hasta que un día sin darme cuenta Martín estaba atrás de mí y de pronto preguntó si lo había hecho yo solo. Primero me sacó un sustote y luego dije que sí. ¡A partir de ese momento comencé a ganar un honorario por lo que hacía”, narra el sonidista.
Hoy suma más de dos décadas de experiencia, con trabajo en más de 70 proyectos como La región salvaje, donde tuvo que inventar a que sonaba un ser extraterrestre con tentáculos, la de suspenso Verónica y la realista Desierto, de Jonás Cuarón.
Este 24 de febrero, Díaz buscará el Oscar por Edición de Sonido, gracias a su trabajo en ROMA. La categoría reconoce a trabajo que equilibra todos los sonidos, grabados y creados para ayudar a contar la película.
ROMA le llevó 18 meses de trabajo, desde que le dijeron estaba en un proyecto grande, pero secreto, hasta la entrega definitiva del filme.
Como a todos, el director Alfonso Cuarón no le mostró al sonidista el guión. Sólo sabía que todo se centraría en los albores de los años 70 y la mayor parte de la historia tendría como escenario la colonia que da título al filme: la Roma.
“En el primer acercamiento con Alfonso fue de hablar de ciertas aves, de cómo debían sonar los autos y cómo quería sonara la casa con una puerta muy particular de metal, con cristales vicelados y cierta vibración”.
El 25 de diciembre de 2016, Sergio salió con su grabadora a registrar los sonidos de la calle, en cuatro puntos de la Ciudad de México. Después, para la escena inicial de Cleo lavando el piso y el agua yendo en una coladera, el audio correponde al líquido en un baño sauna y el ladrido del Borras fue hecho con tres perros diferentes, pues el original no era tan potente.
“En esa época había un sonido más orgánico, no tan industrial como ahora; había más árboles que dan una sonoridad especial y menos coches y cláxons, los autos pasaban a una velocidad moderada, el reto era reproducir eso; todas la noches, tras la filmación, Cuarón iba y escuchaba qué llevaba”.
El reto se incrementaba pues se usaría el Dolby Atmos, que permite usar 164 canales y no los seis tradicionales, lo cual da sensación de 3D en las salas.
“Si ven la secuencia de Cleo saliendo al cine, empieza con aves, después a la gente hablar, los autos, pero así como va caminando, se dejan de oír cosas al mismo tiempo que llegan otras, como las de tiendas.
“Para el Halconazo fuimos los dos días de ensayo a grabarlos y lo vivían con tal intensidad, que tuvimos que etiquetarnos para que no nos desconocieran (risas); ya en el rodaje Alfonso pidió que grabáramos los gritos de Nuevo León, México, la porra del Poli y la UNAM, todo el universo; después en doblaje se grabaron voces de personas con diálogos hechos, nada de murmuros, por si se decidía que se escuchara algo en la escena”, explica.
Y hasta la naturaleza contribuyó. En el verano de 2017 la ciudad fue azotada por varias lluvias y hasta granizo. Una noche Sergio vio eso y colocó micrófonos en los ventanales de su recámara y la sala, para recoger el audio que se oye cuando los niños juegan con hielo y Cleo platica con Sofía (Marina de Tavira).
Junto a su consola de trabajo, el nominado tiene una reproducción del premio Oscar, que le regaló su familia. Sergio espera que pronto pueda tener el real.
“Claro que quiero ganar, estoy orgulloso del trabajo y la oportunidad que se me dio”.