A Celso Piña se le conocía como El Rebelde del acordeón y no era un mote que fuera parte de una estrategia publicitaria. Compañeros que trabajaron con el músico que falleció este miércoles a los 66 años de un infarto, en Monterrey, así lo constatan.
La rebeldía del músico no sólo provenía de las múltiples veces que se metió en problemas cuando era joven, tiene que ver con la manera en la que se inició su carrera y cómo afrontaba las vicisitudes que se le ponían en frente.
“Celso me platicó que empezó sin saber tocar un instrumento, era DJ, era un sonidero y después participó del movimiento sonidero, de ahí comenzó a probar con su familia y comenzó la locura de tocar sobre los discos de cumbia que tocaban en las fiestas, él fue un estandarte de ese movimiento musical representativo en México que es el sonidero”, comentó Lila Downs a EL UNIVERSAL.
La oaxaqueña recordó que la última vez que cantó junto al desaparecido músico fue en marzo pasado en la edición 20 del festival Vive Latino, donde Celso la invitó a compartir el escenario y le dio una muestra más no sólo de su talento sino también de humildad.
“Le agradezco con todo el corazón que me haya invitado a cantar con él, me acuerdo que antes de subir me dijo: ‘ay, qué pinche feo se oye esto, pero vamos a entrarle mi Lila’, era muy honesto, divertido pero además comprometido, era como que él decía ‘esto está cañón pero hay que echarle para delante’”, recordó Downs.
La cantante conoció a Celso por primera vez en 2012 cuando juntos hicieron el tema “Zapata se queda”, cuyo video musical no estuvo exento de problemas.
“Cuando hicimos el video él andaba malo de la pierna porque algo le había pasado y sufrió mucho haciendo el video, yo también andaba renga porque me había lastimado antes, así que éramos el trío perfecto, con Totó la Momposina, él y yo, estaba cómica esa situación”.
Fue durante ese video que Joaquín Cosío trató a Celso y fue suficiente para darse cuenta de la calidez humana que despedia el músico.
“Tuve la suerte de que me invitaran y fue una experiencia grata, entre ella, conocerlo: era simpático, afable y muy norteño (risas), divertido y buena persona. Mi amistad no fue más allá de ese video y de ser fanático de su música, lo escuchamos entre amigos, era alguien muy popular y a quien se le debe la invención de un género, de mezclar la cumbia con ritmos norteños, lo cual me parece genial”, recuerda Cosío.
Eugenia León, quien grabó duetos con él, también recordó con melancolía a Piña y destacó que su calidad humana asemejaba a su virtuosismo como músico.
“Estoy triste, nuestro rebelde de la cumbia se fue. Tengo recuerdos hermosos a su lado, uno de ellos es que estando yo imposibilitada de caminar por un accidente, salí al Auditorio Nacional en silla de ruedas para cantar con él ‘Macondo’, que era una de las piezas a las que él volvió a darle brillo después del maestro Óscar Chávez, la volvió una fiesta”.