Sin leer inicialmente el guión, como es tradicional, pero apoyado en largas charlas sostenidas con Alfonso Cuarón, donde escarbaban en los recuerdos de ambos, el diseñador de producción, Eugenio Caballero, comenzó hace tres años el camino para ROMA.
La cinta se ubicaría en la capital mexicana de 1971 y para recrearla trabajó ocho meses. Casi nueve. Curiosamente uno de los escenarios sería el desaparecido cine Las Américas, en avenida Insurgentes esquina con Baja California, a los que asistía Caballero con sus abuelos.
“Ellos vivían en la calle de Quintana Roo, a dos o tres calles de donde creció Alfonso. Hay 10 años de diferencia entre nosotros (Cuarón y él), así que seguramente iba con la novia y yo con mis abuelos a babosear”, dice divertido Caballero.
La recreación de escenarios, como las calles de Neza y el Teatro Metropólitan, sí contó con la investigación histórica respectiva, dice, pero en esas pláticas y búsqueda de locaciones, se dejaba a algo más.
“Hablábamos no necesariamente de cómo se veía una calle sino de cuáles eran los sonidos o cómo olía o de lo que ya no estaba porque se había caído con el temblor (septiembre de 1985).
“Eran largas horas de búsqueda de locaciones, íbamos, veíamos y de pronto Alfonso decía: ‘¡mira, ese es el mosaico que había en mi casa!’ Y yo decía: ‘¡este balcón me recuerda a tal cosa! ¡Mira las plantas!’ Era siempre estar abiertos en los sentidos y ver lo que daba la ciudad”, recuerda.
Para la casa de Cuarón se utilizó una que estaba por demolerse en la colonia Narvarte. Y un viejo edificio del Centro Médico sirvió para recrear el hospital que se ve en la parte final de la cinta. Una parte del proceso se dejó a lo digital.
“Al final de la calle Tepeji pusimos los multifamiliares que estaban ahí y se cayeron; a Baja California la rematamos con el Centro Médico derrumbado, hay una cuestión de precisión en la recreación que a lo mejor la gente descubrirá en su segunda o tercera visita a la película”.
“Construimos Insurgentes desde cero, dos cuadras y media de manera física hasta el segundo piso y después continuamos digitalmente (colocando blue screen). En físico pusimos desde asfalto, banquetas, vías del tranvía y la clásica e icónica marquesina del cine. En aquel tiempo (1971) tanto Insurgentes como Baja California (la avenida) tenían camellón en medio”.
”A Neza la recreamos por Chalco (en el Estado de México) en un lugar largo. Neza ya es una ciudad desarrollada pero, por las fotos de referencia que teníamos, era impresionante ver el lodazal que había entonces, la falta de servicios y su vida cotidiana. Los materiales que se usaban entonces en los asentamientos irregulares eran distintos a los que hoy se usan y era importante ponerlo así. Alfonso tenía muy claro que quería poner un mitin y nos dimos cuenta que siempre (los vecinos) fueron abusados por los políticos. A esta gente del campo los líderes les llegaban a vender en dos ocasiones el mismo terreno”.
“Una de las cosas que queríamos, cuando se pudiera por su importancia, era rodar en los lugares donde sucedieron los hechos que se narran. Entonces, la Calzada México-Tacuba (Ciudad de México), donde fue El Halconazo, había que usarla. Ya está cambiada, pero modificamos muchas cosas físicas, otras digitalmente, pero siempre supervisadas por Alfonso y yo. El edificio donde ocurre la escena es el mismo, ahora hay un gimnasio al cual quitamos para poner la mueblería. Originalmente ésta se encontraba en el segundo piso del edificio, pero nosotros la pusimos en el tercero, para que se viera mejor. Fueron dos días de rodaje”.