“Hay un panorama muy claro del magnífico año del cine mexicano”, dice la actriz Arcelia Ramírez.
Al ver las cintas que el próximo 4 de junio competirán en la entrega del Premio Ariel, donde nombres como Museo, Roma y La camarista aspiran a convertirse en la mejor película, la artista reafirma que además de los proyectos, las personas que están detrás de cada uno “tienen un trabajo magnífico”.
También está consciente de que al pulir las categorías en la entrega que organiza la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) se dejan fuera títulos que podrían haber competido.
La edición número 61 del Ariel este año se muda del Palacio de Bellas Artes a la Cineteca Nacional. Ramírez considera el trabajo de la AMACC como espléndido, sobre todo ante los cambios que se han vivido en cuestión de presupuestos.
“Todo este ajuste, todo este cambio de administración, de gobierno yo creo que impactó a los presupuestos de apoyos por parte del gobierno a la Academia y a otras manifestaciones culturales o festivales, etc. Pero sobre todo impactó en la Academia”, comenta Ramírez.
“Pero lo que no nos podemos permitir es no llevar acabo esta premiación que le da foco, que enaltece, que estimula la producción cinematográfica, así es que con los recursos que se tienen, pero se va a llevar a cabo de la mejor manera”.
Actriz multifacética. Arcelia Ramírez también se ha alzado con el Ariel; en 2001 se llevó la presea por su coactuación en Perfume de violetas, en donde interpreta a una madre de familia. Recientemente formó parte del elenco de la cinta Nadie sabrá nunca, estrenada a principios de mayo y en la que se convierte en la villana de la historia. Al respecto, la actriz comparte lo que busca detrás de cada historia a la que da vida, independientemente de si se trata de la buena o la mala de la trama.
“Lo que me gustan son personajes complejos, entrañables, humanos, eso es lo que le gusta a uno porque finalmente a la hora de hacerlo no tienes un juicio de valor, cuando haces un personaje lo justificas, no lo juzgas”, explica.
“Cuando hay personajes que tienen muchos ángulos, matices o que son crueles pero esa crueldad viene de un lugar, de una herida, eso es lo que hay que escarbar y se vuelve muy interesante también hacer los personajes duros y crueles de una historia”.