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El Tepe, un abanico de olores y sabores

Durante los fines de semana, familias enteras se pierden entre un sinfín de colores, olores y sabores que ofrece uno de los puntos de venta más populares de la capital queretana

El Tepe, un abanico de olores y sabores
El Tepe, un abanico de olores y sabores
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El Tepe, un abanico de olores y sabores
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El Tepe, un abanico de olores y sabores
El Tepe, un abanico de olores y sabores
05/06/2017 |17:52
Domingo Valdez
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Los vehículos avanzan lentamente por entre los puestos colocados a las orillas de las calles del popular barrio de El Tepe, como lo conocen los queretanos. Visitar el mercado y el tianguis del lugar durante los fines de semana es una experiencia única para los sentidos, porque los olores de las frutas y verduras se mezclan con los de los distintos antojitos que se preparan para deleite de los paladares, mientras que las notas musicales de las cumbias en los puestos de discos se unen al pregón de los vendedores que ofrecen sus mercancías.

Cuando el visitante llega a El Tepe, lo primero que observa son los puestos de ropa usada y de paca, que se ofrecen desde 20 pesos la pieza, “todo parejo”. También se venden zapatos y botas de trabajo y de montaña, a precios más accesibles que en las zapaterías establecidas.

Los locales fijos tienen frente de ellos los puestos de los tianguistas. En apariencia, conviven en paz unos con otros. No hay problemas, hay clientes para todos y para todo.

Las carnicerías ofrecen los distintos cortes con sus precios en vistosos carteles de colores fluorescentes. Los locales de quesos y carnes frías hacen los propio. Es un buen día para la venta: es quincena y sábado. Muchos queretanos acuden desde temprana hora a hacer su mandado y la despensa de la semana, pues se encuentran productos más frescos y más baratos que en los súpermercados.

Tal es el caso de Patricia Mejía, quien acude regularmente al mercado de El Tepe y a su tianguis a comprar las cosas necesarias para hacer la comida. Una vez a la semana acude al tradicional centro de abasto popular, donde —asegura— encuentra todo más barato y fresco que en las tiendas.

Dice que lleva “toda la fruta y verdura de la semana y la carne, más frescas que en el súper y más barato, además dura más tiempo, se conserva más en el refrigerador y apoya a la economía de nosotros, el pueblo. Aquí es más fresco, más saludable, más limpio, menos contaminante”.

Patricia continúa con sus compras para la semana, igual que cientos de familias que aprovechan el momento para estar juntos.

El arte del chachareo

La variedad de mercancía atrae. Se pueden encontrar desde artículos para el hogar, hasta guantes y costales de box, así como plantas de ornato, jaulas para aves, elotes, raspados, ropa, accesorios para teléfonos celulares y lencería. No faltan los puestos de música y películas, que antes se vendían en discos y que ahora, acorde con la modernidad, se ofrecen en playlists cargadas en memorias USB.

Los clientes aprovechan la visita para chacharear un poco. Los hombres se detienen a ver los puestos de herramientas, mientras que las mujeres se fijan en la ropa. Los más chicos de la familia se entretienen en los juguetes. Deciden, quizá, cuál será la siguiente demanda a sus padres. Otros, más sensatos, piden un raspado o un helado para combatir el calor.

Los puestos de vegetales frescos son una delicia para el olfato y la vista. Los aromas y la visión de cebollas, cilantro, perejil y ajos llenan el ambiente y hacen característico el aire que se respira en los mercados y tianguis.

Para la vista y el olfato también están los puestos de frutas, con su olor a melón, manzanas, naranjas y piñas. Entre colores llamativos, abren el apetito a más de uno.

Grandes vitrinas exhiben piezas gigantescas de chicharrón, que son compradas por las familias que prefieren almorzar en casa. Luego buscan una tortillería para comprar un par de kilos, no sin antes pasar por las verduras, donde una ensalada de nopales, una salsa de guacamole o un pico de gallo son el complemento ideal del almuerzo sabatino.

Los carniceros exhiben también los cortes frescos, tanto de res como de puerco.

Las cabezas de cerdos se exhiben en los puestos del mercado. En uno de los locales, un gato montés y un venado representan una escena de la naturaleza, cuando el felino ataca el herbívoro. Disecados, ambos animales atraen la mirada de los visitantes.

Punto de encuentro

Llama la atención el número de puestos de ropa que existen tanto en el mercado como en el tianguis. La variedad es amplia: hay locales especializados en bebés y niños, y otros ofrecen ropa exclusivamente para mujer.

Afuera se ofrecen pantalones de mezclilla de marca en no más de 250 pesos. Algunas camisetas de firmas estadounidenses y tenis también se pueden comprar y son buscados por los clientes ávidos de los mejores precios, aunque la calidad no sea la ideal.

El mercado también es un punto de encuentro para la gente del barrio. Los clientes, atraídos por los precios, la variedad, los antojitos o la ropa, confluyen en El Tepe. Ahí, la pareja de adultos mayores, la familia integrada por papá, mamá y dos hijos menores, así como el joven que deambula entre los puestos, encuentran en los puestos del tianguis y el mercado la mercancía que llena sus necesidades y que está ubicado en uno de los centros de abasto y barrio más populares de la capital queretana.