“Fabricar tabiques es un trabajo estable”: Miguel Campos
En las orillas de la comunidad de La Solana, en Santa Rosa Jáuregui, varias ladrilleras se encuentran dispersas entre la parte baja de dos montes. Ahí es común preguntar por los hornos ladrilleros y que la referencia sea el humo o los montones del producto terminado en el paisaje.
Miguel Campos produce ladrillos en La Solana, actividad en la que siempre hay empleo e ingresos para sostener a su familia
Al llegar a su ladrillera, Miguel Campos baja la bomba para sacar agua del bordo. Desenrolla la manguera interconectada con el bordo y la lleva unos 10 metros para rociar el montón de tierra de barro y el aserrín.
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Miguel prende la bomba y corre para acomodarla en uno de los surcos que formó con su azadón para que se acumule y se absorba a la parte baja.
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Con el agua suficiente, Miguel le grita a El Güero que apague la bomba para comenzar a suavizar el barro. Saca el azadón, se quita las sandalias y se mete en el surco que formó para batir el barro.
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Desde hace 15 años, se ha dedicado a la elaboración de tabique. Cuando era niño, seguía a su padre en la labor, interrumpida porque se dedicó a ser chalán de albañil y fierrero, oficios que dejó porque eran siempre temporales, a diferencia del ladrillo, en el cual el empleo es constante.
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En el caso de Miguel, el proceso de mezclar el barro y el aserrín ha mejorado, debido a una máquina, producto del ingenio de un herrero de la comunidad del Capulín, que con un motor de inyección de gasolina, conectado a una banda y unas aspas, es posible echar el barro mezclado con aserrín, el resultado sale por el otro lado.
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Mientras tanto, Telio junto con otro joven levantan los tabiques que moldearon el sábado y los amontonan en las rejas, para que continúe el proceso de secado.
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Telio toma la rejilla, un molde de madera que contiene espacios donde colocarán la mezcla. El molde es para ocho ladrillos, cuatro en cada hilera, el que trae El Güero es de seis.
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Con cuidado miden el espacio, mojan la rejilla en una tina a la medida del molde y lo colocan en el suelo para echar la mezcla rellenando los espacios.
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Una regleta que se pasa en el contorno sirve para retirar residuos, se retira despacio el molde y se pasan a la siguiente hilera.
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En los años que lleva dedicado a la fabricación del ladrillo, la época en la que se complicó el negocio al grado en que los habitantes de la comunidad dejaron la actividad fue entre 2009 y 2010.
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El Güero va donde se encuentra Miguel que suaviza el barro y el aserrín. Necesita otro viaje en la carretilla con el lodo, mientras Tulio le da una lavada a su rejilla, se lava las manos y respira un poco antes de continuar con el moldeado de las hileras de ladrillo.
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Si el clima favorece, el aire y la temperatura permitirán que el proceso de secado sea mayor. Cuando es temporada de lluvias, trabajar en las ladrilleras se complica ya que el tabique recién moldeado no se seca llegando a resquebrajarse.
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El ladrillo es uno de los elementos de construcción más antiguo. Desde las civilizaciones primitivas en Medio Oriente hasta las construcciones precolombinas de Mesoamérica se ha implementado diversas técnicas para su fabricación, pero siempre el agua, la tierra y el fuego son el común denominador en todos los tipos.