El olor es diferente en una estética y una peluquería-barbería. A muchos hombres no les gusta ese olor, por eso buscan locales tradicionales donde se pueda platicar, escuchar música e incluso relajarse hasta el grado de dormir mientras se les arregla la barba, afirma Leobardo Ortega Téllez, quien asegura que las barberías tradicionales están en auge.

La bienvenida la da Erica Ochoa Mancera, recepcionista del lugar, quien ofrece una bebida al cliente cuando llega. Los peluqueros están prestos a tomar tijeras, navaja y máquina para atenderlo y darle no sólo un servicio, también un momento de relajación.

Ritter, el nombre de la peluquería, abrió apenas el 1 de diciembre pasado, pero Leobardo tiene 28 años en el oficio de peluquero, en el tradicional barrio de Mixcoac, donde aprendió esta actividad, cuando entró a trabajar de “chicharito” a una peluquería.

Narra que él comenzó a trabajar al azar en una peluquería, pues luego de quedarse sin empleo fue a visitar a un primo, quien lo invitó a ser “chicharito”, donde las propinas eran buenas, lo que en un inicio no le pareció, pero aceptó, y no volvió a dedicarse a otra actividad en la vida.

Leobardo dejó la Ciudad de México después de casarse, hace 24 años, ya que no quería que sus hijos nacieran en la capital del país, porque él viajaba mucho a otros estados y no le gustaba que le dijeran “chilanguillo”, por lo que tampoco quería ese mismo “gentilicio” para sus vástagos.

“Todos mis hijos [tres] nacieron en Salvatierra, Guanajuato. Estuve 15 años en Salvatierra, cuando me invitaron hace nueve años a trabajar en una barbería que está por el jardín de [la colonia] Carretas. Esa barbería tiene como 13 años y a mí me invitaron hace nueve, y me vine a trabajar con ellos”, indica.

Narra que gracias a un amigo supo del trabajo en Querétaro, por lo que decidió dejar Guanajuato, pese a tener su propia barbería en Salvatierra, y probar suerte en tierras queretanas, pues su amigo le dijo que acá había muchas oportunidades de trabajo. Aceptó la invitación y se sintió muy a gusto trabajando aquí, por lo que decidió mudarse con su familia.

En cambio, la noticia para su familia fue como “una bomba”, pues nunca se imaginaron que se cambiarían en unos cuantos meses, tiempo en el que Leobardo logró estabilizarse económicamente, además de mucho trabajo, y en unos meses toda la familia ya estaba en Querétaro.

Sus hijos, de 23, 17 y 14 años, estudian aún. A los dos hombres, los mayores, les gusta la barbería y saben hacer el trabajo, pero él ha querido que tengan una profesión. Mientras que su hija, la menor, no gusta del oficio paterno.

Tendencia al alza

Leobardo explica que actualmente existe una tendencia alta a poner barberías, y Querétaro tiene de las mejores. Las inversiones si bien no son millonarias, son cantidades fuertes las que se usan para dotarlas de buenos muebles y de un entorno cálido y hospitalario.

Los clientes pueden encontrar en esta barbería un espacio tranquilo, con música a un volumen suave, además de una pantalla donde pueden ver su deporte o programa favorito mientras le cortan el cabello o le arreglan la barba.

Incluso, Leobardo comenta que ya hay dos escuelas de barbería en Querétaro a cuyos alumnos lo único que les falta es tener un poco más de práctica, pues este oficio, como muchos, es de experiencia, además de que la escuela se debe traer desde la casa, ya que es una labor que se transmite de generación en generación.

En Ritter trabajan cuatro barberos: él, Héctor Parra López, Jorge Iván Chaparro y José López Medina. El “chicharito” es Luis Fernando Parra López. En la barbería se atiende exclusivamente a hombres, sólo los domingos, cuando hay menos trabajo, se puede brindar servicio a las mujeres.

Leobardo presume que la barbería es la única en todo Querétaro en tener un “chicharito” trabajando en exclusiva, rescatando ese personaje clásico, por lo regular joven que quiere aprender el oficio y que mientras llega el momento de tomar la tijeras y el peine, limpia a los clientes los residuos de cabello, o les bolea los zapatos mientras les cortan el cabello.

Señala que la mayoría de sus clientes buscan un sitio donde puedan estar tranquilos, donde el ambiente sea más masculino. “Un varón que viene a una barbería es porque ya no quiere oler a ese aroma de uñas, de líquidos para base, algo molesto. Te gusta llegar a un lugar donde huela a hombre, que no tenga ese aroma de que se están pintando las uñas, ese barniz es muy molesto para muchos. Eso es lo que buscan, un lugar donde sea exclusivamente para varones. En sí, esta barbería es exclusiva para hombres”, aclara.

El negocio ya tiene una clientela, aunque la barbería, dice, no tiene clientes, tiene amigos, pues explica que “lo más rico” de llegar a una barbería es saludar a todos y sentirse con toda la confianza de pedir el corte de siempre o uno especial, cambiando el look.

Algo que destaca de los barberos y peluqueros es la charla que tienen, pues pueden platicar de todos los temas, pero sobre todo escuchar a los clientes que llegan y en el sillón confiesan sus problemas a quienes escuchan mientras cortan el cabello o hacen la barba.

“Es la confianza que existe entre barbero y cliente, que es amigo. Ya llegan los amigos, te cuentan, te platican de su trabajo, de sus amores, de todas las preocupaciones que tienen en ese momento te pueden llegar a platicar”, asevera.

Atención personalizada

Los servicios son personalizados, pueden tardar hasta una hora y media en hacer corte y barba, pero es porque al cliente lo tratan tan bien que llegan y se duermen, descansan, se relajan, cuando hay otro lugares donde el hombre llega y lo rasuran de manera brusca; donde en lugar de descansar salen molestos.

Apunta que brindan un servicio extra: la barba presidencial. Consiste en hacer la barba y corte en un sillón, donde pueden estar el tiempo que sea, además de que si el cliente así lo quiere, puede dormir y relajarse cuanto quiera y requiera, dando un extra a quienes acuden para pasar un momento alejado del estrés de la vida diaria.

Leobardo agrega que la barba está de moda entre los hombres, y ha sido muy aceptada por la gente en general, además de que a muchos hombres les parece muy agradable no rasurarse, pues suelen irritarse la piel, lo que causa molestias con el calor y el sudor.

Para que una barba se vea bien necesita “que en la parte de arriba venga bien delineada, la parte de abajo también bien delineada, que no sobren vellitos, que se vea la línea recta, que el bigote venga bien delineado y no se vea uno como náufrago”, puntualiza.

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