Un descuido ocasiona que la parte inferior de una rosa moldeada en cera caiga en una olla llena de esta sustancia líquida. La pieza se deshace a medida que se sumerge. “¿Te imaginas si la vida fuera como la cera, que la calientas y puedes hacer de nuevo una figura, sin que pase nada?”, dice a modo de consuelo Estela, una jovencita cuya edad contrasta con la reflexión que hace.

Junto con Cristal, Cristóbal y la señora Esther García, Estela trabaja en la decoración de dos cirios de cera escamada en el jardín principal de El Pueblito, durante las celebraciones en honor a la Virgen.

Esther, de la fábrica de velas Matlactli, señala que se trata de una técnica que desapareció de Querétaro y ellos, junto con otros artesanos, tratan de rescatarla; es por ello que aprovechan las fiestas patronales que se realizan en distintos municipios del estado, para ofrecer talleres sobre la fabricación de cirios elaborados con cera 100% pura de abeja.

Esther tiene alrededor de 10 años trabajando el vaciado normal de parafina. Hace cuatro años asistió a un encuentro nacional de cerería, y entonces supo que en muchos estados del país ya no se desarrolla esta actividad, siendo Querétaro uno de ellos.

“Nosotros comenzamos apenas hace cuatro años a trabajar la cera escamada. Trabajábamos nada más el vaciado normal de parafina. A ese encuentro nos invitaron de la Dirección General de Culturas Populares.

“Allá nos juntaron con maestros cereros que están desapareciendo. Nos dijeron que aquí —en Querétaro— no había, y nosotros al preguntar nos dimos cuenta que es algo desconocido. El único lugar en donde sigue habiendo cera de este tipo, escamada, es en El Marqués, pero la traen de Guanajuato, de Hidalgo o de Puebla”.

Junto con otros artesanos, Esther aprovechó sus conocimientos en la elaboración de velas para empezar a trabajar la cera escamada. A partir de entonces, ella y otros compañeros comenzaron a sacar moldes y a trabajar con lo que tenían, tanto de recursos materiales como de experiencia.

“Los moldes los hemos estado copiando de diferentes estados. No son propios de Querétaro, a excepción del de ocho hojas, que es el que está en los templos y en las iglesias. Lo que estamos haciendo es buscar los moldes de lo que son nuestras raíces aquí en Querétaro. Nos dimos cuenta que no hay moldes aquí porque la cerería desapareció, y si llega a haber algún molde no saben para qué es”, lamenta.

Próximamente el grupo de artesanos se reunirá con un sacerdote de Santa Rosa de Viterbo que es historiador, con el fin de indagar qué vestigios hay en Querétaro y reactivar la cerería en el estado.

Hasta ahora las fiestas patronales han sido las principales ventanas para dar a conocer la actividad, pues es donde más se usa la cera. En El Pueblito, el grupo trabaja en la elaboración de cirios que se ofrecen en honor a la Virgen.

Delgada como una escama de pescado

“El cirio de canal es complicado porque se necesita mucha precisión para hacer el corte”, explica Esther, al tiempo que Estela realiza una hendidura en un cirio de aproximadamente 50 centímetros de alto.

“La cera es muy dócil y muy noble. Si se nos llega a cortar, con el mismo fuego la volvemos a pegar y, en cambio, la parafina no se presta. La parafina es muy quebradiza y nos da muchos problemas”, continúa la artesana.

Refiere que el nombre de escamada obedece a que la cera es tan delgada como una escama de pescado. Ellos la preparan con resinas naturales para que tenga una mejor consistencia, dure más y tenga la flexibilidad que se requiere al momento de trabajarla.

Mientras Estela prepara las flores para el cirio de canal que se va adornando con distintos colores, para un segundo cirio se prepara una placa con la imagen de la Virgen en el centro.

“Ahorita nosotros tenemos la facilidad de retomar nuestras raíces. Nos dimos cuenta que los moldes de otros estados son moldes de hasta hace 120 años, y nosotros apenas seríamos la primera generación de cereros”.

Una complicación a la cual se han enfrentado los artesanos se presenta a la hora de conseguir la cera de abeja, pues por una parte el costo por kilo varía desde 160 hasta 500 pesos —lo que se llega a utilizar para un cirio normal son entre dos y medio y tres kilos—, y por otro lado resulta difícil conseguirla debido a la situación que vive el sector apícola.

Esther y otros artesanos se apoyan con los apicultores y las áreas de Protección Civil de los municipios, a fin de acceder a la sustancia de forma más fácil.

Elaboración de moldes

Cristóbal Martínez Olvera talla madera y es quien se encarga de hacer los moldes, para lo cual utiliza madera palo cuchara. Una de las principales características de este tipo de madera es que en su centro conserva humedad, lo que la mantiene fresca.

El artesano explica que la tala de los árboles palo cuchara está prohibida debido a que mucha gente se dedicó a cortarlo, pero no a reproducirlo.

“Ahorita somos pocos los que estamos reproduciendo el palo cuchara para poder trabajarlo. La intención de trabajarlo es ir a buscar los árboles que ya están tirados para así recuperar la madera y que no se eche a perder porque se la come la polilla”.

El tiempo que Cristóbal se tarda en hacer un molde depende del tamaño y forma que se requiera. Muestra uno en el que invirtió dos horas y media y otro al que dedicó tres. Detalla que hacer el primero es lo más difícil, puesto que se debe sacar el patrón, ver que las medidas estén bien, y después ponerlo a prueba en el agua con la cera. De esta forma, en cada molde llega a invertir hasta mediodía antes de que se pueda trabajar con él.

El grupo de cereros ha conseguido hacerse de un centenar de moldes, algunos de madera y otros de yeso, barro o silicón.

“La intención es rescatar las tradiciones más antiguas, tanto de Querétaro como de Corregidora. Tenemos entendido que se trabajaba la cera en el santuario, pero se dejó de hacer y nosotros lo que queremos es que no se pierda. La intención de esto es concientizar a la gente y al mismo tiempo enseñarles a trabajar la cera para que después puedan hacer sus cirios”, dice.

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