El Grito de Independencia en Querétaro se vivió por Facebook live. O al menos las miradas de muchos smartphones frente al palacio de la Corregidora lo decretaban, pues hombres, mujeres y niños alzaron sus manos para sostener la transmisión cuando el gobernador Francisco Domínguez Servién hacía la conmemoración de El Grito de Independencia.
Aquellas miradas, que sólo se quedaban como recuerdos en la memoria, estuvieron en la nube de internet de quien no haya acudido, al menos pudo haber visto 20 transmisiones en vivo y no se perdió ni un sólo detalle del Viva México del gobernador.
Quizá, desde la perspectiva de las trasmisiones en vivo, los escenarios históricos hubieran sido distintos si, por ejemplo, Josefa Ortiz de Domínguez, con tanto streaming en su época, no se hubiera perdido ni un sólo instante de las palabras de don Miguel Hidalgo y Costilla, si es que aquel 15 de septiembre de 1810, los indios agazapados trajeran su teléfono inteligente para transmitir los pormenores.
Desde las ocho de la noche, los visitantes ya abarrotaban Plaza de Armas esperando tener el mejor lugar. La Orquesta Sinfónica de Querétaro amenizaba la velada con boleros y canciones rancheras transformadas a los acordes de cada uno de sus instrumentos que formaban una armonía con cada interpretación, misma que los asistentes dispersos disfrutaban.
Poco después de las nueve de la noche, la misma sinfónica encendió el ambiente cuando anunció un popurrí del fallecido intérprete Juan Gabriel. La muchedumbre, que se agolpaba en las vallas dispuestas, se hizo sentir con gritos y también cantando la canción que tocaban la sinfónica. “Querida” e “Inocente pobre amiga”, fueron las más coreadas y bailadas por la gente que tomaba su pareja o, como los boxeadores cuando entrenan, bailaban al ritmo de su sombra. En las inmediaciones de Plaza de Armas, la comida era la algarabía ya que se requiere tener fuerzas para gritar ¡viva México!
Esquites, tamales, pozole, pambazos, frituras, flautas y más, formaban parte de menú gastronómico de la noche de fiesta mexicana.
No obstante, en la plaza se veía sólo a los globeros y a los que ponen sellos en la mejilla con los colores de la bandera. Lo demás era expectación.
Los niños, mientras tanto, jugaban, gritaban y saludaban a la cámara aérea ubicada al centro de la plaza para la transmisión por televisión.
Poco después de las diez de la noche, la banda de guerra de la Décimo Séptima Zona Militar, ubicada en Querétaro, empezó alternar melodías con la Sinfónica, y en el intermedio se relataba cómo fue que se descubrió la conspiración que tenían los insurgentes contra la corona española, hasta llegar al Grito de Independencia, realizado por Miguel Hidalgo y Costilla.
Los militares, al toque de la trompeta, comenzaron hacer ensayos previos de los redobles de los tambores y las trompetas que intercalaban, flexionando la pierna izquierda, para llevar el ritmo de las melodías.
Como si fuera una competencia de aplausos, culminaba la banda de guerra militar y seguía la Sinfónica, interpretando marchas y valses que evocaban en la memoria y en el imaginario colectivo a aquellos días porfirianos en los que Juventino Rosas Cadenas y los vestidos franceses eran la efervescencia en fiestas de la élite de la época.
Tanto la banda de guerra, como la Sinfónica aplaudían de forma recíproca por su interpretación; sin embargo, parecía que los jueces de este mini duelo eran los asistentes a la plaza, que le daban más aplausos a la milicia.
Quienes estaban desde temprana hora parados a la espera del inicio de la ceremonia protocolaria del Grito de Independencia, de a poco, comenzaban a cansarse o al menos se apreciaba desde los niños dormidos en el templete dispuesto para la prensa escrita y gráfica, hasta los que trataban de caminar entre el tumulto para estirar las piernas.
Conmociones por el Grito.
Un niño, a unos cuantos metros de la valla principal, comenzó a gritar: ¡Que ya adelanten el viva México!, ¡adelanten el viva México!, mientras algunos sonreían con su expresión.
Poco después de las 10 y media de la noche, los chiflidos no se hicieron esperar entre la gente que apuraba a que ya iniciara el conmemorativo Grito de Independencia de México.
Los primeros en silbar fueron personas que estaban cerca del edificio del Tribunal Superior de Justicia del Estado, después se replicó en cada parte de la plaza ante la inquietante espera de los asistentes de gritar ¡Viva México!
Los más creativos, y quienes aprovecharon la coyuntura, fueron los camarógrafos que transmitían para las pantallas gigantes puestas para los asistentes, en las que se encontraban.
A la par de hacer tomas donde la gente saludaba a la lente, hicieron zoom sobre las parejas al estilo americano, mediante lo cual buscaban replicar la kiss cam como en los espectáculos deportivos. Entre el bullicio, comenzaron los besos de piquito entre las parejas que aparecían a cuadro.
Los que no se animaban, sólo se unian al coro de: ¡beso!, ¡beso! hasta que la pareja se animaba entre las carcajadas de la gente que suspiraba para que no fueran captados por la lente. Quizá, entre los que se dieron un beso frente a la cámara, no eran precisamente pareja; pudieron ser desconocidos o amigos que al calor del momento se animaron a sacar una sonrisa a la gente.
El Grito de Independencia culminó, celebrando 207 años de existencia. Al menos este año, se inauguró una era de las trasmisiones, mismas que quedarán en la memoria colectiva del internet por cientos de personas que grabaron el momento.