Laura Araujo, María de Lourdes Ochoa, y Verónica Jiménez, amas de casa y vecinas de la colonia Insurgentes, ríen, bromean y hacen planes para abrir un negocio. “Las nieves de las grandes amigas” se llamaría, venderían nieves que aprenderán a elaborar en el curso de capacitación que Liconsa ofrece a mujeres.

Las tres grandes amigas observan a las capacitadoras quienes explican cómo se debe de preparar la nieve, desde la cantidad de hielo, leche, fruta y azúcar que se le debe de poner, hasta la medida de hielo y sal que se debe de usar en los barriles, para evitar que se derrita rápidamente.

El curso se realiza en un centro de distribución de Liconsa en Querétaro. Las dos jóvenes que ofrecen la capacitación, explican a las asistentes que deben mover muy bien el recipiente con la nieve, para mezclar los ingredientes y evitar que se pegue a este.

Invitan a las participantes a que pasen a batir los componentes, una labor pesada que se debe de realizar durante 20 minutos seguidos. Una a una, las mujeres pasan a mover alguno de los tres recipientes donde se elabora la nieve de sabor mango.

Laura Araujo explica que se enteró de la capacitación por medio del programa Prospera, del cual las tres amigas son beneficiarias.

“Nos hicieron una invitación para asistir a este curso. Es interesante todo el proceso [de elaboración], es algo que nos beneficia, no nada más a nuestras familias, podemos hacer un negocio a raíz de cosas que vamos aprendiendo aquí”, indica.

Madre de tres hijos, de 15, 13 y dos años, dice que se dedica al hogar; mientras que su esposo trabaja en un fábrica donde se elaboran artesanías. Comenta que tras el curso le podrá dar una golosina natural a sus hijos, y quizá a la larga pueda abrir un negocio.

Las mujeres toman notas en las libretas que llevan consigo. Apuntan cuidadosamente las recetas con los ingredientes y las cantidades exactas de cada uno de ellos, “para no errarle” al momento de hacer la nieve.

Mientras escuchan la explicación de las capacitadoras intercambian comentarios entre ellas. Dicen que no es tan complicado, es laborioso batir la nieve. Observaciones de mujeres dedicadas a su hogar y que conocen su trabajo.

A su vez, María de Lourdes asevera que para ella no es desconocido el negocio de las nieves, porque su familia se dedica desde hace mucho a esa actividad productiva, aunque el curso le parece positivo y enriquecedor.

“Mi familia ya tiene muchos años vendiendo en La Cruz, ahí tiene sus puestos. Desde niña he visto cómo la hacen. Eso que están haciendo es fácil para mí, ya me es familiar”, dice la mujer, quien es madre de tres hijos, de 11, seis y una mayor, quien ya está casada y le ha dado tres nietos.

Confiesa que la nieve le gusta mucho a sus nietos e hijos, quienes siempre le piden que la elabore.

Mientras tanto, las capacitadoras responden preguntas a las mujeres, quienes tienen dudas sobre cuánta sal se debe de colocar para qué cantidad de nieve, o por cuánto tiempo se debe de batir el producto para que “esté en su punto”, entre otras preguntas.

Durante todo el evento, las espectadoras muestran interés en la elaboración de esta tradicional golosina, que se encuentra la mayoría de catedrales queretanas, sobre todo en el barrio de Hércules y en La Cañada.

Al mismo tiempo, Verónica Jiménez, igual que sus dos amigas, es madre de tres hijos, de 23, 18 y 13 años de edad, asegura que le llamó la atención la capacitación porque es una buena oportunidad de hacer negocio, además de preparar a su familia nieve artesanal y con ingredientes naturales.

Ríe al momento de decir que le gustaría emprender un negocio junto con sus dos amigas, con quienes acude a la capacitación.

“Qué tal si luego ponemos un negocio entre las tres”, asevera, al tiempo que comienza una lluvia de ideas sobre el nombre que le pondrían a su negocio. “Nieves González”, que es descartado por “Nieves de las grandes amigas”, el cual de inmediato es aprobado por las féminas, quienes se divierten con la idea, aunque muchas surgieron de esa manera.

Las tres mujeres reciben apoyos del programa Prospera, reciben ayuda en alimentación, salud y becas académicas para sus hijos. Las beneficiarias están afiliadas al Seguro Popular, por lo cual pueden acudir también a los centros de salud, a donde reciben capacitación en buenas prácticas de sanidad, además de controlar su peso, para evitar enfermedades como diabetes e hipertensión.

En cuanto a la alimentación, señalan que reciben un apoyo económico para que con eso se apoyen en la despensa familiar y tengan una mejor calidad de vida para sus familias.

Las grandes amigas continúan con su capacitación. Vuelven a hacer anotaciones en sus libretas y escuchan con atención la clase, pues su futuro podría cambiar a partir de hoy.

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