Dentro de una octagonal jaula de acero, dos jóvenes gladiadores cruzan puñetazos, codazos, rodillazos y patadas. Con pies desnudos, los rivales cortan el aire, atacándose con fiereza. La algarabía del respetable asciende. Los maestros avivan el fuego, gritando órdenes a sus discípulos.
–¡Así, con fuerza, Ángel, ya sintió! ¡Toma el control! ¡Pon tus postes! ¡Ciérralo, ciérralo!
La pelea es limpia, aunque las reglas de este deporte: las Artes Marciales Mixtas (AMM), conocidas popularmente como de “vale de todo”, son mucho más permisivas que las del boxeo convencional.
–¡Castiga, Bryan, castiga, le dolió! ¡Es tuyo, dale el uper!
El escenario del pleito es el Centro Cultural y de Convenciones de San Juan del Río, donde una veintena de jóvenes queretanos, con edades de entre 15 y 25 años, compiten en la Tardeada de Peleas de Artes Marciales Mixtas en Jaula (Gladiator of the Cage), organizada por la sociedad deportiva The Fraternity, con auspicio de empresas y del gobierno municipal (“tradición y progreso, apoyando al deporte”).
Tres réferis se alternan para cuidar las ocho peleas varoniles y una femenil que se realizan en este foro al que asisten unos cien espectadores, mismos que elevando vítores se muestran deseosos de compensar con emociones fuertes el costo de las entradas, con valor de 150 pesos.
Cuando un peleador es derribado —ya sea mediante golpazos, alzándole una pierna o metiéndole el pie—, su adversario puede patearlo. Y cuando ambos caen a la lona, a las armas de combate se añaden las torceduras de cuerpos y extremidades o los apretones de garganta.
–¡Ya, ya… suéltalo!
Los leñazos a la cabeza son constantes y la única cortesía que se obsequian los gladiators consiste en no atacarse los ojos ni torcerse los dedos. Cabezazos, mordidas, golpes bajos y a la espina dorsal están prohibidos. Como única diferencia de equipamiento frente a los varones, las mujeres entran a la jaula con guardas para rostro y espinillas. Ambos sexos usan protector bucal.
Al final del pleito femenil, la queretana Grecia Adriana pierde ante Ruth “La R-3”, de San Juan del Río. De entre los atletas más jóvenes, gana el amealcense Luis Ángel, de 15 años. En dos estelares de peso gallo triunfan Sergio “El Pantera” y Juan Luis “El Gayito”, ambos de Corregidora. El cinturón de la noche lo arrebata Bryan, originario del barrio capitalino de El Vergel.
Los intermedios de la jornada son amenizados con música guapachosa, expelida en alto volumen, así como por el desfile dentro de la jaula de una chica que viste un atuendo sexy para indicar al público la inminencia del siguiente round.
El espectáculo concluye con “saldo limpio”, dice el organizador del torneo, Domingo Márquez, quien también dirige la escuela The Fraternity.
“Lo normal: moretones, raspones, sangrados de nariz y labio”, lo secunda un socorrista de la ambulancia 041 de la Cruz Roja sanjuanense, unidad que fue comisionada por la autoridad para “estar al tiro”, según comenta él mismo.
Es joven, apenas con 25 años, pero ya tiene esposa y una hija de siete. Nació en Corregidora, entre los barrios de Santa Bárbara y El Milagrito, donde dice que su vida ha cambiado a saltos. Se llama Juan Luis Sánchez, pero es conocido entre los peleadores de AMM como “El Gallito”, en honor a su padre, un trabajador y líder vecinal del barrio, quien falleció hace poco.
“Desde los siete años yo anduve en la calle, entre las pandillas. Yo mismo anduve en una, desde los 13, pero al final me salí. Me ayudó mucho haber tenido a mi hija, junto con mi esposa. Entonces le metí duro a entrenar y a trabajar”.
Sánchez trabaja como almacenista de la cadena de restaurantes Wings Army, a la que pide mencionar en esta entrevista, dado que asegura que sus jefes lo apoyan con permisos y viáticos para asistir a las peleas.
“Seguiré en las AMM hasta donde mi carrera dé. Cuando mi cuerpo diga ya… hasta ahí. Lo que no dejaré de hacer es seguir al lado de mi hija y de mi familia”, afirma el espigado peleador, al tiempo en sus compañeros del equipo Popeye despliegan a sus espaldas la manta que los identifica dentro del gremio.
A sus 15 años, Luis Ángel García dice estar confiado de que en poco tiempo podrá “subir toda la escalera” de triunfos dentro de las AMM, deporte que comenzó a practicar hace 24 meses.
Estudiante de preparatoria de la cabecera municipal de Amealco, García vive con sus padres en la comunidad suburbana de San Nicolás de la Torre, “pueblo muy pobrecito, pero por el momento está bien”, expresa el joven, indicando provenir de una familia campesina, por generaciones.
Contento de no haber recibido una lesión que pueda hacer peligrar su carrera, Ángel ve estas peleas como un trabajo a largo plazo, ya que, según dice, un gladiador joven llega a ganar “entre cinco y siete mil pesos”, cantidades que, según ha oído, se obtienen de los patrocinios que otorgan empresas a los torneos.
Puntualizando que no por seguir dentro de las AMM dejará la escuela, García expresa su entusiasmo al prever que está próximo su siguiente escalón profesional: ser nombrado Cinta Negra por su sensei.
Bryan Ríos tiene 19 años y vive en el barrio El Vergel, de Santiago de Querétaro, donde dice haber conocido a varios jóvenes que han dejado atrás “broncas familiares, de drogas o líos con la policía” tras iniciarse en la práctica de las AMM.
Ganador del cinturón Peso Gallo dentro del torneo sanjuanense, Bryan cree distinguirse por el “buen uso” de los brazos, con los cuales suele dar golpazos repetitivos sobre la cabeza del oponente; especialidad que lo llevó a ganar el galardón.
Cerca de concluir la preparatoria, el joven campeón reconoce que desde que era chico le daba por armar peleas.
“Siempre fui muy peleonero; recuerdo que entre compañeros de clase llevábamos guantes, para saliendo ir a boxear.”
“Las AMM me han dado bastante disciplina y enseñado a tener mis objetivos más claros”, añade Bryan, quien planea entrar a la universidad para cursar “algo que tenga que ver con el deporte”.