CRÓNICA

La  séptima edición de Carrera Nocturna, que se lleva a cabo en la capital del estado de Querétaro, se realizó pasada por agua, lo que no sólo causó  percances entre algunos corredores, que resbalaron en los adoquines del primer cuadro de la ciudad, sino que además colapsó el drenaje en una parte del recorrido, por lo que los participantes tuvieron que sortear las aguas negras para llegar a la meta.

Las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer poco antes del arranque de la justa deportiva, cuando la gente se dirigía hacia el Jardín Zenea.

En ese punto se ubicó la línea de salida y meta de los 5 mil 500 corredores inscritos y de los 4 mil 500 que lo hicieron por el simple gusto de correr, sin más propósito que disfrutar de la noche, las calles de la ciudad y del deporte.

En el presídium, el presidente municipal capitalino,  Marcos Aguilar Vega, en compañía de su esposa, Teresa García; así como del director del Instituto del Deporte Municipal, Miguel Ángel Álvarez Ramos, y la secretaria de Desarrollo Social, Beatriz Marmolejo, aguantaron las gotas de lluvia, que cada vez fueron  más 
y más.

Mientras, los corredores se formaron y acomodaron de acuerdo al orden en el que salían. Primero, los participantes en sillas de ruedas, quienes arrancan antes que las otras categorías. 
El edil capitalino dio el disparo de salida y los atletas en sillas de ruedas partieron. Cinco minutos después arrancaron los corredores de la carrera  6 kilómetros y, poco después, los de 10 kilómetros.

Para ese momento,  la lluvia ya era intensa. Los participantes se arriesgaron a sacar sus teléfonos celulares para tomar fotografías del alcalde y su esposa, además de tomarse  selfies para testificar su participación en el evento.

Los familiares de los corredores, quienes esperaron frente al Jardín Zenea, buscaron refugio en los portales de conocidos almacenes, en donde se protegieron de la lluvia, que no paró durante todo el tiempo de la carrera.

Las edecanes de los patrocinadores buscaron refugio, al igual que el staff de la carrera, así como los reporteros y fotógrafos que cubrieron el encuentro.

Los stands de las estaciones de radio contaron con lonas que protegieron a personal y equipo.

Mientras,  la gran mayoría de los asistentes tuvieron que aguantar estoicamente la lluvia, que por momentos se convirtió en torrencial aguacero que dejó grandes charcos por toda la ruta.

Conforme pasaban los minutos y la lluvia no cesaba, los primeros problemas llegaron. Un olor a caño y drenaje comenzó a invadir el aire.

Al inicio,  apenas era un aroma ligero, tolerable para los olfatos; sin embargo, conforme pasaba el tiempo y los primeros corredores llegaban a la meta, el olor se hacía más y más fuerte.

Los competidores que llegaban alzaban los brazos en señal de victoria y pasaban a la zona de recuperación, en donde les daban sus medallas de reconocimiento por la participación en la carrera.

La explicación que dieron muchos de los corredores fue sencilla: una coladera en el cruce de Independencia y Corregidora colapsó ante la lluvia, provocando que las aguas negras brotaran invadiendo la calle y obstaculizando el paso de los participantes.

Las quejas y los comentarios fueron constantes y se repetían. “Está asqueroso. Sale el agua de la coladera y nos tienen que pasar por un lado de la banqueta. Eso nos tarda en esa parte. No podíamos pasar rápido por eso”, comentó una corredora al cruzar la meta.

Otro competidor  señaló que, incluso, muchos de los participantes vomitaron al pasar por la zona cubierta de aguas negras y desechos de drenaje que invadieron la calle de la capital.

La lluvia también generó otros problemas, como los adoquines mojados, cuya superficie resbalosa se tornó peligrosa. Algunos corredores cayeron al pasar la zona de meta o antes de cruzar la línea.

Un participante en silla de ruedas cayó al piso cuando patinaron los neumáticos de su transporte por el suelo mojado. Rápidamente, los paramédicos y personal del evento deportivo  lo atendieron y levantaron, para constatar que no tenía golpes de seriedad.

La lluvia comenzó a ceder hacia el final de la carrera. Los participantes llegaban a la meta preguntando en dónde tenían que entregar el chip para cronometrar sus tiempos, mientras que los que no estuvieron inscritos veían sus celulares, envueltos en bolsas de plástico y, en el peor de los casos, sin proteger, para confirmar sus tiempos y corroborar si habían mejorado sus marcas.

Al final, los ganadores fueron premiados por las autoridades municipales y se realizó la rifa del automóvil 2017 entre los  inscritos.

Luego, todos comenzaron el regreso a casa, caminando en diferentes direcciones, hacia donde dejaron sus automóviles, pues las calles del centro permanecieron cerradas desde temprana hora.

Los desagües de las casas del centro sirvieron a muchos corredores, quienes los aprovecharon para limpiarse los pies de las aguas negras, aunque luego del esfuerzo físico y ya con menos adrenalina en el cuerpo, el frío comenzó a calar en sus cuerpos, como  cuatro mujeres jóvenes y un hombre que caminaron hacia el templo de La Cruz y que tiritaban de frío, aunque no paraban de reír y felicitarse por haber corrido, por haber cumplido un reto en su vida y tener una anécdota que contar en los próximos años.

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