Antonina es una mujer de 65 años, originaria de San Ildefonso, municipio de Amealco. La difícil situación económica que se vive en su comunidad la obligó a emigrar a la capital queretana para vender sus artesanías: muñecas de trapo.
El programa federal Cruzada Nacional contra el Hambre (Sinhambre) beneficiará a 197 mil queretanos, de acuerdo con información emitida por el secretario de Finanzas, Germán Giordano Bonilla.
Sin embargo, destacó que solamente se beneficiarán quienes residan en los municipios de Querétaro y en San Juan del Río, pero Antonina Julián Cayetano no será parte de este grupo, a pesar de su situación económica.
La canasta básica que Antonina tiene como dieta consiste en un recipiente de frijoles y un kilo de tortillas que son ingeridos dos veces al día, a las 10 de la mañana y a las cinco de la tarde.
Al preguntarle sobre la tercera comida del día, es decir, la cena, Antonina primero mira fijamente tratando de entender la pregunta, después su cara refleja el desconocimiento que da paso a la duda: ¿qué es eso?
Su expresión fue desoladora al escuchar la explicación de lo que es una cena; movió la cabeza en sentido de negación, porque en la noche ya no come.
Para ese momento del día ya no hay frijoles ni tortillas, pues entre la primera y segunda comidas ya se acabaron sus escasas provisiones.
De sus casi siete de décadas de vida, tres las ha vivido entre el ir y venir de San Ildefonso a la capital para vender artesanías, porque así es como obtiene dinero para vivir diariamente.
Antonina difícilmente come carne, no le alcanza; el pollo lo consume de vez en vez: “cuando se me antoja un pollo, me lo compro, pero no siempre”.
Amealco de Bonfil es considerado como uno de los cinco municipios más pobres de Querétaro, además de Landa de Matamoros, San Joaquín, Cadereyta de Montes y Pinal de Amoles.
Hablando de aves, comentó que en su casa no tiene “ni güilos (guajolotes), ni pollos”, y si los tuviera se le escaparían, dijo con aire de sonrisa y travesura.
Aunque tuviera “pollos”, como ella los llama, no podría cuidar de ellos porque su tiempo lo pasa mayormente en Querétaro, específicamente en la explanada del Templo de La Cruz, donde diariamente vende sus artesanías.
Es precisamente de la venta de estas artesanías de donde salen los recursos con los que compra su comida, aunque aseguró que éstas ya no se venden, por lo que recurre a la gente que pasa a su lado para tener dinero, de lo que logra juntar entre 25 y 30 pesos.
Normalmente come tacos de frijoles, pero comentó que el recipiente de frijoles que venden en la tortillería cuesta 13 pesos y el kilo de tortilla lo compra a 10; a veces, cuando le alcanza, hasta puede comprar un aguacate para acompañar sus taquitos.
También cuando puede compra una bolsa de nopales, pero el tamaño de estos la acongoja porque “la bolsita sólo tiene 10 nopales y están muy chiquitos”, detalló.
Los alimentos los comparte con su esposo, con quien realiza el viaje cada inicio de semana a la capital.
Comprar otra cosa es complicado, “los blanquillos salen caros”, ya que el precio de huevo alcanza 25 pesos y en cuanto a la carne solamente se limitó a decir: “carne no, mejor frijol”.