Metrópoli

Escuchamos el ruido de la muerte: paramédicos de SJR

01/11/2012 |00:22
Redacción Querétaro
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Ya sea en un accidente automovilístico, explosiones de gas, caídas o personas que sufren alguna enfermedad, los paramédicos de la Cruz Roja de San Juan del Río conviven a diario con la muerte. Tienen que olvidarse del sentimentalismo y brindar de forma correcta los primeros auxilios.

Su propósito es aliviar el dolor y la ansiedad del herido o enfermo para evitar el agravamiento de su estado. Los paramédicos son necesarios para evitar la muerte de la persona hasta que se consigue asistencia médica especializada, aún con la posibilidad de muerte de los pacientes en el momento de recibir la atención.

Amadeo González, socorrista con experiencia de cinco años, comentó: “Escuchamos el ruido de la muerte al atender a una persona. Escuchando sus signos vitales con el estetoscopio, nos percatamos de que la muerte está cercana o lejana. Cuando escuchamos los latidos del corazón es cuando sabemos, por el ruido, cuando se acerca la muerte. Al disminuir los latidos sabemos que ya no lograra sobrevivir la persona”, comentó.

Los primeros auxilios varían según las necesidades de la víctima y los conocimientos del socorrista. Saber lo que no se debe hacer es tan importante como conocer qué hacer, porque una medida terapéutica mal aplicada puede producir complicaciones graves. Por ejemplo, en una apendicitis aguda, un laxante suave puede poner en peligro la vida del paciente, refirió el socorrista.

Recordó que uno de los servicios que tiene más grabado en su mente es cuando atendía a una persona lesionada en un accidente automovilístico sobre la autopista México-Piedras Negras. El paramédico se dirigió a la ambulancia para subir al lesionado; se trataba de un auto sin frenos que se estrelló contra la unidad de emergencia y salió disparado por los aires cayendo sobre el carril de circulación. Cuenta que pasaron varios vehículos que estuvieron a punto de atropellarlo, pero como él dijo “me salvo un ángel ya que los carros me pasaron por un lado y otro”.

Juan de Dios Mendieta, socorrista con experiencia de siete años, platicó que ha tenido diversas vivencias durante su labor como recordando un traslado de un hospital a la casa de un paciente. “Un paciente fue dado de alta, pero ya no le daban esperanzas. En el traslado, la persona iba estable, la llevábamos con oxígeno. Al llegar a su casa, lo pasamos de la camilla a su cama, después de estar con sus familiares falleció de pronto. Yo pienso que sólo esperó a platicar con sus seres queridos”, dijo Juan de Dios.

Fernando Baltasar Trujillo, paramédico y operador de ambulancia con cinco años en el servicio, comentó que una de sus experiencias cercanas con la muerte fue al acudir a atender una accidente donde estaba volcado un auto. Una de las víctimas ya no presentaba signos vitales, pero la gente de la comunidad comenzó a agredir a los paramédicos exigiendo que no lo dejaran morir. Los paramédicos subieron a la ambulancia y fueron agredidos con piedras. “Gracias a Dios salimos ilesos pero la ambulancia quedó deteriorada”, refirió.

Ser paramédico implica enfrentar un riesgo al circular a velocidades mayores a las permitidas cuando tienen que llegar lo antes posible al lugar donde se les necesita.