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Ante el inicio de este 2015, el Obispo de Querétaro, Faustino Armendáriz Jiménez, invitó a los fieles católicos a no perder la esperanza y fe en Dios, pese a la realidad por la que atraviesa México, de violencia, corrupción e injustica.
Exhortó a los queretanos a cantar juntos para recibir la bendición de Dios reconociéndolo como Señor de la vida y de la historia y con ello, la semilla de gracia y salvación del mundo y de la historia.
“Numerosos son las manifestaciones del amor de Dios que nos circundan y que son signo de la providencia divina, pero quizá la realidad que por la que México atraviesa tiende a nublar su resplandor, por ello, quiero invitarles para que en esta feliz ocasión de comenzar un nuevo año, nos dejemos cautivar por este amor y seamos así, testigos vivos en medio de las tinieblas, de la violencia, de la corrupción, de la injusticia, de la pobreza y del dolor”, comentó.
Agregó que no se puede construir la historia de una ciudad y de los pueblos, sin estar ajenos a la historia de la salvación, la cual busca instaurar el Reino de Dios en cada corazón, de cada persona y de cada familia.
“El nacimiento de Jesús nos permite contemplar la bondad y ternura de Dios que está presente en la persona de Jesús, su hijo hecho hombre, nuestro Salvador, venido a la tierra para renovar radicalmente la humanidad y liberarla del pecado y de la muerte”, señaló.
Para lograr esta imagen, dijo, es necesario que los cristianos sean el ingrediente de esta transformación y generar con ello una historia diferente, donde se forjen entre los ciudadanos nuevos caminos.
“A nosotros toca hoy re fundamentar una cultura cristiana que sea capaz de mostrar a las nuevas generaciones la única esperanza, capaz de fundamentar la existencia y ofrecer hoy al hombre el agua viva de la fe. Para contribuir como sal y luz vamos a lo concreto, vamos a la misión, con testimonio de vida y proclamación de la palabra de Dios”, refirió.
Exhortó a no perder la esperanza en que las cosas tienen que cambiar en la historia, construyendo una cultura con valores de fe y de solidaridad que pueden provocar el desarrollo de una sociedad justa.
“Hay que sumarnos al proyecto de Dios de hacer nuevas todas las cosas, porque una sociedad sin Dios, camina sin rumbo, hay que volver la mirada a Cristo y renovar así la consagración, es una extraordinaria oportunidad todos los hombres y mujeres para reconocer el Reino de Dios”, agregó.