Cajas de verduras, de naranjas, sandías, melones y demás frutas y verduras son algunos de los productos que Salvador Joaquín Rivera carga diariamente, desde hace 15 en el mercado El Tepetate.

De 32 años, Rivera se adentró en los quehaceres de cargar cuando decidió colaborar en el negocio que sus padres establecieron, ya que a la fecha son dueños de diversas fruterías, todas en el mismo mercado. “Empezamos con un puesto y ya tienen otro y otro y otro, son como cinco puestos; lo que descargo es para llenarlos a todos”, dice.

Desde entonces cada vez se ha inmiscuido más en las verdulerías. “Me dedico a esto desde chavillo; mis padres son comerciantes y a veces les ayudo. Empecé como a los 15 años, ya tiene un rato que ando en esto, pero ellos (sus padres) ya tienen mucho, desde antes de que estuviera el mercado”, dijo Salvador.

Diariamente el joven descarga la mercancía que dirige a las fruterías. Durante el trayecto del área de descarga al interior del mercado se auxilia de un diablito, aunque cuando carga algo de menor peso únicamente lo lleva en hombros.

Desde las 08:00 horas y hasta las 17:00, Salvador hace acciones de carga y descarga, pero también atiende el negocio familiar. “Mi chamba consiste en vaciar todo (descargar) y hasta en despachar. Regularmente empiezo a las ocho o nueve, depende del día, pero termino a las cinco de la tarde”.

El proceso de descarga inicia cuando llegan las frutas y verduras que salen de la Central de Abastos de Querétaro; a este sitio la mayoría de los comerciantes acude en busca de suministros frescos para vender tanto en fruterías como en tiendas de abarrotes y restaurantes.

Luego de bajar las cajas o arpillas que contienen los productos que abastecerán a los locales, las cajas que se quedan sin contenido son regresadas al vehículo. “Yo soy el que baja todo. Cuando no vengo mi carnal es el que me echa la mano. Llegamos, vaciamos y luego subimos las cajas desocupadas”, comenta.

Salvador externó que le es agradable trabajar con sus padres, ya que se siente con independencia para actuar, ya que su mayor satisfacción es trabajar con sus papás, “pues en realidad no hay alguien que me mande y si hago bien las cosas no me dicen nada”. Aunque el trabajo es muy físico, Salvador Rivera asegura que aún no se ha lastimado: “por el momento, sin lesiones... no me quejo”.

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