El municipio de Colón, ubicado al oeste del estado, es un lugar mágico, rico en cultura, leyendas, arquitectura, gastronomía y artesanías. Se le nombra así en honor al descubridor de América, el navegante, de origen Genovés, Crisóforo Colombo, por petición de sus habitantes y por decreto del Congreso con fecha 12 de junio de 1882.

El cronista honorario del municipio de Colón, Jesús Solís de La Torre, reseñó que el 28 de junio de 1923, por gestiones del diputado Arnulfo Cabrera Molina, se aprobó ante la Legislatura del estado el nombramiento de Colón como municipio libre y soberano, con la extensión y límites que marca la Ley Orgánica.

Para el 29 de junio, el gobernador de Querétaro en ese entonces, José María Truchuelo, mandó su cumplimiento, con publicación el 30 de junio.

“José María Truchuelo nombra al ayuntamiento interino, cuyos integrantes fueron: Refugio González, presidente; y como regidores Mariano Uribe, José García, Clemente Ugalde y Francisco Moreno Orduño”, relata el cronista.

Este lunes, autoridades estatales y municipales celebraron los 90 años de Colón como municipio libre.

El alcalde Alejandro Arteaga Cabrera dijo “tenemos el potencial y asumimos la realidad imperante que hoy nos favorece, grandes proyectos se están consolidando y debemos estar a la altura de ellos, reconocemos las áreas de oportunidad y esto implica que estamos dispuestos a responder las exigencias”.

La tierra de los sarapes

Otra característica de Colón son los tejidos de lana, los que forjan su identidad como pueblo artesanal y con historia, siendo reconocido como “la tierra de los sarapes” que destacan por su singular hechura en telar de pedal.

Su antigüedad se remonta a la misma fundación del pueblo, pues en la actualidad destacan los tejidos de lana de diversas prendas como chalecos, tapetes, tapices, capas, ruanas, rebozos.

Por sus calles estrechas se puede caminar abandonado a la tranquilidad y silencio de un pueblo con más de cuatro siglos de historia plasmada en construcciones monumentales como la Basílica de Soriano, la Misión de Santo Domingo, el puente La Purísima, la capilla de San Antonio, La Casa de Lore, las fábricas de aguardiente, el ex convento de las Madres Rositas, el acueducto y el edificio de Presidencia Municipal o Casa Mota, entre otros.

El cronista Jesús Solís destaca las características físicas del ayuntamiento, “producto de los manantiales y represas, destacan en el panorama de cabecera municipal, las arboledas, la vasta extensión de campos en flor y las cúpulas de la Parroquia de San Francisco y Basílica de Soriano”.

“Rodean el Pueblo cerros de mediana elevación como el de Las Crucitas que en su cumbre resalta la capilla dedicada a la Santa Cruz, observando a la lejanía, sobre el cielo azul de Colón, el majestuoso Pinal del Zamorano, guardián del territorio sagrado otomí-Chichimeca”, refiere Jesús Solís de La Torre.

En el lugar conocido como “Piedras Coloradas” tiene origen el río Colón, que atraviesa la población y que por sus bondades fue el referente para la traza de las construcciones colonial.

En la actualidad recobra su atractivo ofreciendo espacios para la recreación y convivencia familiar, por sus áreas verdes, acueductos y lagunas.

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