El cementerio de mascotas propiedad del doctor Manuel Solorio Perrusquia fue el primero en Querétaro en brindar desde hace más de 20 años los servicios de sepultura de perros y gatos.
Hasta el momento, tiene en su registro 4 mil animales. Esta semana, sus dueños suelen visitarlos, pues los consideraban parte de su familia.
Manuel Solorio es veterinario. Desde hace 20 años, empezó a ofrecer a sus pacientes un pedazo de tierra en una hectárea de su propiedad en el Fraccionamiento Los Pájaros, en Corregidora, para que, sin cobro, enterraran ahí a sus mascotas.
Comenta que ante esta necesidad, el Cementerio de Mascotas fue creciendo, convirtiéndose entonces en aquella época en el único en su tipo en el estado.
Si bien el cementerio alberga a 4 mil perros y gatos, el doctor cuenta con el registro de sólo mil 116, debido a que en un principio no llevaba anotaciones.
Una vez que el perro o el gato fallece, el cementerio ofrece los servicios de sepultura, que consta del otorgamiento de un pedazo de tierra, una medalla con el nombre y número de la mascota. El costo del paquete va de los 500 a los mil pesos, dependiendo del tamaño de la mascota.
Los dueños pueden dejar ahí a su perro o gato el tiempo que deseen. Sólo tienen que pagar una cuota anual de 100 pesos, que es utilizada en mantenimiento.
Cuando los clientes prefieren cremar sus mascotas, deben pagar de mil a dos mil pesos. Las cenizas se entregan en un urna.
Frida, Alfie, Bubba, Napoleón y Camila son algunos de los nombres que se pueden leer en las diversas tumbas, que son adornadas con flores, altares e incluso con la comida y juguetes favoritos que la mascota tenía en vida.
La señora María Guadalupe Trejo, quien tiene enterrado desde hace tres años a una pareja de perros de raza, cree que este lugar es adecuado para sus mascotas extintas, pues eran parte de su familia y están seguras.
El 1 y el 2 de noviembre, las personas vienen a visitar a sus mascotas y realizan ofrendas en su honor: colocan fotos de sus perros o gatos, calaveras, comida, juguetes y todos aquellos ornatos que se colocan en una ofrenda, pero enfocada a los animalitos que, en vida, dieron alegría a sus amos.