Don Tomás llega con su hielera a una de las jardineras del jardín Guerrero. Se toma un respiro para descansar del calor y de caminar por las calles vendiendo paletas, que por estos días se venden bien, por las altas temperaturas que a propios y extraños a buscar sombra, sacar los sombreros, las sandalias y la ropa ligera.
Es casi el mediodía en Querétaro. Poca gente recorre las calles del primer cuadro capitalino. Algo pocas veces visto en la ciudad: las calles lucen semi vacías. Algunos ciudadanos que caminan de un lugar a otro, muchos por cuestiones de trabajo o por algún trámite que deben realizar en alguna dependencia o que tiene que hacer una compra en el primer cuadro queretano.
No hay una sola nube en el cielo. Los rayos del sol caen directamente, sin obstáculos, sobre el suelo que arde por la radiación emitida por el astro rey.
Incluso el número de turistas se reduce. No hay muchos paseantes en las calles. Los vendedores de muñecas y otras artesanías son de los pocos que por necesidad se ven obligados estar en el sol.
Tal es el caso de los agentes de movilidad, quienes deben soportar “a pie firme el calor durante ocho horas”. Una de las agentes, guardando el anonimato, pues no tienen permitido dar información a los medios de comunicación sin autorización, señala que es complicado y muy duro estar bajo los rayos del sol, pues no pueden ausentarse de su puesto mucho tiempo, porque las regañan.
Agrega que la hidratación corre por su cuenta, ella y ellos tienen que pagarse sus botellas de agua. Además, añade, los uniformes tienen mucho algodón y son muy calurosos.
De igual forma, el personal de limpia, tampoco puede hablar en esta época de elecciones, son de los servidores públicos que padecen a pleno sol para hacer su trabajo.
Tomás, en tanto, dice que tiene que hacerle la lucha para ganarse unos pesos. El rostro moreno de Tomás está enrojecido por el calor, al igual que sus brazos, expuestos a los rayos solares.
El hombre es originario del Estado de México, en un municipio cercano a Toluca, donde las temperaturas son de frescas a bajas, por lo que los 30 grados celsius son tormentosos para el hombre de mediana edad.
Dos de sus hijos viven en Querétaro, por lo que decidió radicar con ellos un tiempo en estas tierras, donde para ganarse la vida vende paletas, negocio muy rentable en estos tiempos.
Tomás, en su tierra, se dedicaba al campo, pero aquí, con poco trabajo en ese sector, debe dedicarse al comercio para ganarse la vida.
Señala que su jornada laboral comienza a las 11:00 horas y termina pasadas las 16:00 horas cuando se retira a descansar, dice las jornadas en la calle y bajo el sol son muy complicadas.
Apunta que no vende muchas paletas, pues se surte de no más de 40 unidades, en ocasiones son 50 las que vende. Hay días que termina toda su mercancía, mientras que otros se queda con algunas.
En estos días calurosos, comenta el hombre, vende bien, esperando terminar pronto su mercancía, que es de sabores varios: mango, tamarindo, fresa, entre otros. “Y al otro día igual, hay que hacerle la lucha”. Tomás no hace las paletas, las compra a alguien más.
El lugar de donde viene Tomás, entre los municipios de Ixtlahuaca y Jiquipilco, es de un clima de templado a frío, por la cercanía con el Nevado de Toluca, por lo que estas temperaturas son muy altas para lo que él está acostumbrado.
“Aquí las temperaturas están un poco altas. Allá es un poco frío, como está el Nevado de Toluca. Aquí sí está más elevada la temperatura. Los primeros días que me vine de allá (del Estado de México a Querétaro) en dos ocasiones me sentí mal por el cambio de clima, pero ahorita ya me siento bien”, sostiene el hombre.
Agrega que ya está un poco más adaptado, que no acostumbrado al calor, aunque aquí, en Querétaro, también llega a hacer frío.
Tomás vive con sus hijos en el fraccionamiento Los Héroes, en el municipio de El Marqués, desde donde se traslada a la capital queretana para vender sus paletas.
Tomás sigue su camino. Avanza por el jardín Guerrero y se pierde en la calle de Madero. Poco a poco hay más gente en la calle. Se acerca la hora de la salida de los niños de la escuela y las madres de los chicos, sombrilla en mano se dirigen a los planteles educativos. Minutos después regresarán con los chicos, con quienes compartirán la sombrilla.
Muchas mujeres, en su mayoría, son quienes suelen usar las sombrillas para protegerse de los rayos solares. También no son pocos quienes usan sombrero y de vez en cuando se aplican bloqueador solar en rostro y brazos, para evitar una quemadura seria.
Para caminar por las calles la mayoría recurre a hacerlo por la sombra que dan los edificios, buscando siempre el lado fresco de la calle. Otros, hacen pausas en sus recorridos. Un oasis en medio de la isla de calor de cemento que es la ciudad es el jardín Guerrero, que gracias a sus árboles, conserva un clima menos cálido que el sentido en otros lugares.
Además, esta plaza pública es de las pocas cuya fuente tiene agua, pues en otras, como plaza Constitución, la fuente luce seca, así como la del Danzante, en el andador 5 de Mayo.