17:30 horas. Se aprecia poco movimiento en la ciudad de Querétaro. En algunos semáforos, vendedores de banderas ofrecen su mercancía a los automovilistas, escasos, que circulan por las vialidades queretanas. A unas horas de la final de Copa que disputarán Gallos Blancos y Chivas, hay una calma chicha.

En las inmediaciones del estadio Corregidora ya se comienza a reunir la afición de uno y otro equipo. En una de las áreas verdes, un grupo de seguidores incluso llevó mesa y sillas, para convivir previo al encuentro.

Una multitud de franeleros se confunde con los revendedores. Ocupan los carriles de la avenida Luis Vega Monroy. Se atraviesan a los automóviles que circulan por la misma, mientras preguntan si quieren lugar o boletos para la final.

Una mujer con un niño se acerca a un auto que disminuye la velocidad. Pregunta si le sobran boletos o si quieren los preciados pases para entrar al Corregidora, en una de sus noches más esperadas.

Dice que no les va mal: “Ahí va el negocio”. Luego se retira cuando ve que no logrará la venta.

18:00 horas. La gente se comienza a reunir en mayor número en las inmediaciones del estadio. El tránsito se comienza a hacer pesado y lento.

Las calles de las colonias Quintas del Marqués y Los Arquitos se convierten en enormes estacionamientos, donde los aficionados que quieren salir rápidamente del estadio dejan sus autos, con el objetivo de evitar el irremediable congestionamiento.

Una muchedumbre deambula por los alrededores del Corregidora. Se mezcla camisetas de Chivas y Gallos, hasta este momento tranquilos, en paz. Es una fiesta, aunque el ambiente es de ansiedad.

Los elementos de seguridad, tanto estatales como municipales, vigilan a discreción a los aficionados que llegan dos horas antes al partido. Quienes ya están en el estadio son las edecanes y personal de seguridad privada contratado ex profeso para este partido.

18:30 horas. Los aficionados comienzan a ingresar. Las edecanes de los diferentes patrocinadores comienzan a repartir sonrisas forzadas a los hinchas, que piden la foto “pal feis”, para tener un “bonito” recuerdo y testimonio de que estuvieron en la final.

Familias completas llegan al estadio, esperando disfrutar de una buena noche de futbol en el Corregidora; pero antes pasan por su alitas, para comer algo antes del partido. Los vendedores se apresuran a despachar a los clientes, quienes voltean a ver al estadio, como si fuera a cerrar sus puertas.

Ya se respira un ambiente de fiesta, aunque los nervios siguen a flor de piel en todos los presentes. Las edecanes se preparan, se maquillan, pero se pintan el rostro de calaveras, pues no deja de ser Día de Muertos.

Poco a poco las gradas del estadio se comienzan a poblar de aficionados, se ven en su mayoría camisetas de Gallos Blancos, pero también las de Chivas están dispersas por todo el estadio.

19:30 horas. El Corregidora ya luce lleno. Los equipos saltan a la cancha a entrenar, unos en medio de aplausos y otros en medio de silbidos. Hacen sus movimientos, se preparan para los próximos 90 minutos.

Una nube de fotógrafos rodea el terreno de juego, mientras que los cantos de la Resistencia Albiazul se escuchan por todo el recinto.

Los minutos corren y la hora de la verdad se acerca. La calma chicha se convierte en expectativa, mientras la temperatura comienza a bajar cada vez más. Que ruede el balón.

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