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Una edad avanzada y el cansancio de 66 años son características de Carmen González García, una mujer que se dedica a la elaboración de bolsas que teje con hilos y adorna con rebuscallas de lata; pero hacerlas no le asegura un sustento que le permita subsistir.
Estima que a la semana sólo vende una bolsa —de 60 pesos— ingresos que divide entre material y comida; afirma que para sus alimentos gasta entre 30 o 40 pesos.
“De lo que vendo dejo 30 o 40 pesos para mí, con eso me alcanza como para unos tres días, comiendo más o menos; a veces compro huevo —¡pero ya está caro!— , chiles, jitomates, un poquito de frijol y ya, con eso sale”, expresa la veterana bolsera.
Proveniente de Santa María Magdalena, Carmen acude a la zona centro de la capital de Querétaro para surtir materia prima y alimentos. El ingreso que obtiene le permite comprar pocas cosas que consume escasamente.
“Al día casi no vendo, a la semana a veces, conforme vendo una compro material para volver a hacerlas; dejo un poquito de dinero para mí, cuando vendo las bolsas más grandecitas saco más”, comenta.
Entre la penuria de vender pocas bolsas y consumir insuficientes alimentos, recuerda cuando hace unos meses aprendió a hacer los peculiares bolsos; no necesitó de ir a un taller para aprender, observar fue su enseñanza.
“Tengo tres meses haciéndolas, me dediqué a esto porque las primeras que hacía se vendían muy bien, ahora ya es muy escaso pero aún se venden. Mi hija se enseñó primero y yo veía cómo lo hacía; ahora compro el material, el hilo, el cierre y el lazo para colgarse”, explicó.
Historia
Carmen González es madre de siete hijos, vive con uno de ellos, de quien prefiere expresar poco: “Vivo con un hijo, pero me mantengo sola”.
Recordar a sus hijos es revivir la época en que trabajó para salir adelante con sus siete muchachos, pues luego de quedarse viuda —hace ya más de tres décadas— decidió comenzar a trabajar.
“No trabajaba en nada, hasta que me quedé viuda con siete hijos. Antes lavaba ropa, pero cambié de oficio. Allí en Santa María había muchas carnicerías y veía cuando mataban al puerco, así aprendí y luego yo hacía las carnitas”.
Relata que de sábado a domingo también hacia barbacoa “mataba nueve u ocho chivos y de ahí salía adelante con mis hijos”. Carmen dice que cuando se dedicaba a las carnes le iba bien pues los dueños del establecimiento donde laboraba “me trataban bien, me ayudaban con ropa y zapatos para mis niños”.
Luego de haber trabajado por mucho tiempo Carmen expresa “pero mira cómo estoy ahora, bien acabada por lo mismo”.
Ahora, Carmen González sólo anhela continuar vendiendo bolsitas, aunque por el momento su producción es escasa, con ella sólo lleva dos para vender, las cuales desea colocar para invertir y elaborar más.
Piensa en acudir a alguna instancia de artesanías a fin de mostrar sus creaciones, pero “la oportunidad no se ha dado, como tengo muy pocas, necesito más para exhibir variedad”.
Finalmente Carmen dictó su número telefónico por si algún interesado en ver sus bolsas desea contactarla.