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T uvieron que pasar más de 10 años para que a América le detectaran disfemia mixta, una enfermedad por la que la llamaron floja y mala estudiante, pero que en realidad solo “hace que se le olviden las cosas” y le causa dificultades para hablar.
Tras pasar de escuela en escuela, en un intento por lograr que su hija terminara la primaria, Elizabeth encontró la escuela pública “Hellen Keller”, donde se dedican a la enseñanza para niños sordos o con problemas de aprendizaje por alguna discapacidad y ahora su hija América aprende, con el apoyo de las maestras y la familia.
En la escuela conviven personas de todo tipo, una de ellas es la maestra Josefina Hernández Laguna, quien tiene al menos 16 años de enseñar el lenguaje de señas a pequeños del estado, luego de que en la preparatoria, en Guanajuato, conoció a varios pequeños sordos a los que los profesores no les daban clases por “el problema de comunicación”.
La escuela tiene actualmente 141 niños de kínder, primaria y secundaria, porque brinda atención a niños de todos los municipios de Querétaro, incluso de comunidades de Guanajuato. Aunque tiene 36 años de existencia, esta escuela pública es poco conocida y eso, más la falta de un diagnóstico preciso, hizo que Elizabeth supiera de esta opción mucho tiempo después de pasar por otras instituciones educativas.
Ahora sabe que América “es una niña normal, sólo tiene problemas en el aprendizaje, se le olvidan las cosas, ahorita te dice bien algo, al rato se le olvida, a veces le da pena hablar y se calla, antes no le detectaban nada, me decían que era floja, que mejor tomara clases particulares”.
Hace poco más de cuatro años le detectaron la disfemia mixta, estaba en quinto año de primaria y después de pasar por varias escuelas, hasta que llegó con una profesora especializada que le ayudó a reconocer su condición y eso le permitió pedir ayuda a un familiar que llevaba su hijo a la escuela “Hellen Keller”. América ya cursa la secundaria en la nueva escuela, pero todavía “se cohíbe, tiene miedo a decir las cosas, a trabarse, a no poder hablar”, pero todos los días lo intenta con apoyo de los profesores y su propia familia.
“Hay muchos logros en ella. Ahora se abre, hay muchas maneras en que les enseñan jugando, ella se desenvuelve mucho. Aquí solamente atienden a niños especiales: sordomudos, con problemas en la vista, con discapacidad”, resalta Elizabeth. El Centro de Atención Múltiple (CAM) “Hellen Keller” atiende a estudiantes con diferentes discapacidades. Actualmente tiene 141 alumnos en preescolar, primaria y secundaria. En los primeros dos niveles casi todos los niños son sordos, pero en la secundaria hay alumnos con diferentes discapacidades.
La directora Lizbeth Ocampo Pérez reconoce que falta difusión para esta escuela y mucho trabajo para acabar con la ignorancia en la población queretana sobre el lenguaje de señas, además de apoyar a los padres que se enfrentan a una situación muy difícil cuando se enteran que sus hijos son sordos o que tienen alguna discapacidad.
“Hay frustración, falta de acompañamiento, no tienen las expectativas cumplidas y ello se refleja en la forma de relacionarse con sus hijos, pero a través de las acciones de la escuela se van reencontrando. Su vida cambia a partir de cuando llegan y aprenden en su lengua, en lugar de cuando el padre se aferra a tenerlos en la escuela regular”, señala Ocampo Pérez.
Todo el personal de la escuela defiende el derecho del estudiantado de aprender en su propia lengua, sobre todo en un estado donde no hay muchas opciones para aprender así en el nivel básico del sector público.
El profesorado atiende a niños y niñas de Huimilpan, de Cadereyta y Tequisquiapan, lo mismo que a los provenientes de poblados de Guanajuato, porque la institución “Hellen Keller” se ubica como la única opción educativa en su tipo en la región.
La escuela firmó un convenio con el Colegio de Bachilleres de Querétaro (Cobaq), para que los egresados puedan ingresar al Cobaq incluyente número 3, porque “cuando acaban la secundaria, nuestros chicos tienen la mirada más alta. Crece su expectativa”.
Uno de los éxitos en el aprendizaje de esta escuela pública es que tiene un profesorado bien consolidado. El compromiso se nota. La normalista Josefina Hernández invirtió su dinero y tiempo, durante las últimas dos décadas, a prepararse para enseñar a niños sordos.
Es la profesora de sexto A y aunque se formó en la Normal del Estado de Querétaro, donde cursó la licenciatura en Educación Especial con especialidad en Audición y Lenguaje, su mayor esfuerzo lo realizó de manera externa para cursar talleres sobre esta lengua, además de que busca convivir con personas sordas para aprender de ellos.
Su pasión por enseñarle a este grupo poblacional nació mucho antes de que ingresara a la Normal. Originaria de Guanajuato, cursó el bachillerato técnico con terminación en trabajo social, que la llevó a conocer una escuela de niños sordos en ese estado.
“Los profesores y las personas en esa escuela no podían comunicarse con los alumnos, no les enseñaban y decían: es que esta niña no se comunica, es que ella no puede y sí, pero si yo soy la profesional, soy quien decidió estar aquí, ¿por qué no buscar elementos para ayudar?”, cuestiona Josefina.
Su mayor motivación fue una niña llamada Claudia, con quien no se comunicaban los profesores porque no sabían el lenguaje de señas y le sorprende que “pueden aprender inglés, pueden aprender español, francés, portugués, pero muy pocos aprenden lengua de señas. Por Claudia y por todos los niños que no se podían comunicar decidí hacer esto”.
Cuando encuentra a personas sordas y descubren que habla su lenguaje “no paran de platicar y platicar”, es la oportunidad de “encontrarse, de no ser ignorados. Lo ves en sus caras, cuando te encuentras, se van contigo para chismear, a compartir el momento”. Josefina está segura que cada vez hay más aceptación a las distintas discapacidades, cada vez hay más gente dispuesta a educarse y eso, poco a poco, hará que “la discapacidad sea una característica más, solo eso, algo que no importa”.