Metrópoli

“Es hermoso participar en peregrinación al Tepeyac”

En su primer caminata, Alicia Sánchez agradeció por salud de su hijo

Desde hace 20 años la mujer participa en los recorridos hacia la Ciudad de México para agradecer por el bienestar de su familia. (FOTOS: CÉSAR GÓMEZ. EL UNIVERSAL)
05/07/2017 |02:12
Domingo Valdez
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Alicia Sánchez tiene mucho que agradecer a la Virgen de Guadalupe. La primera vez que visitó el Templo del Tepeyac a pie fue por cumplir una manda, pues uno de sus hijos tuvo un accidente y corría el riesgo de perder la mano; tiempo después éste salvó su extremidad.

A partir de entonces participa en la tradicional peregrinación queretana, sólo en una ocasión no asistió a causa de una enfermedad. “Es muy hermoso participar ese camino”, dice la mujer quien por una semana deja de laborar en su puesto de fruta.

Alicia pela pepinos, sandía y mangos con rapidez y facilidad. Los años de experiencia en la venta de cocteles de fruta la ha dado la habilidad para platicar y realizar su trabajo con sencillez. Poco a poco llena los vasos que vende a 15 pesos afuera de un jardín de Niños.

A pesar de que terminan las clases, ella no deja de vender, “pues la chuleta no llega sola”, dice. Sin embargo, una semana al año se ausenta de su comercio, en el cual ha trabajado durante casi tres décadas para estar presente en la peregrinación al Tepeyac.

Desde hace poco más de 20 años comenzó a participar la andanza. “Anduve en todo San Juan del Río buscando quien atendiera a mi hijo, mi última opción fue en el Seguro Social. Salí llorando y un doctor me preguntó por qué lloraba, le expliqué la razón y me preguntó quién no había querido atender a mi hijo; le expliqué que le negaron la atención porque no contaba con seguro social.

“Fue entonces que el doctor Javier Mandujano me aseguró que lo iba a curar sin cobrar. Le prometí a la Virgen que si no le ‘cortaban’ su manita iba a participar en la peregrinación, y cuando mi hijo cumpliera 12 años lo iba a mandar solo de Querétaro hasta México y así fue. No le mocharon su mano, le quedó muy bien. Cuando cumplió 12 años le preparé sus maletas y lo mandé a México caminando”, narra.

El padre del menor lo alcanzó, y al siguiente año ella volvió a participar en la peregrinación anual de la Diócesis de Querétaro.

Comenta que la única preparación que realiza para la travesía de una semana rumbo a la Basílica de Guadalupe es “con unos buenos centavos”, pero físicamente no, pues está todo el día de pie.

“Para ese camino se tiene que ir preparado de aquí [señala su pecho] con el corazón, y la idea de ir a ver a la Virgen, para darle las gracias por todo lo que nos ha socorrido durante todo el año, porque sin ella no somos nada”, indica.

Alicia confiesa que no será muy católica, pero cree que tiene fe. Se define como cualquier persona, que en un momento cae, y que en otros está de pie, pero ve a la Guadalupana como una fortaleza para salir adelante de los problemas de la vida.

“Para mí, cuando llega la temporada [de la peregrinación] es una emoción. La agitación de ir caminando. Es avanzar durante una semana, pero [es más la exaltación de ir a ver a la virgen”, asegura.

Comenta que ya cuando está en la Basílica, frente a la Guadalupana, tiene una mezcla de sentimientos y emociones, luego de un viaje de más de 200 kilómetros caminando, con cansancio, peligros y bajo las inclemencias del tiempo.

“Son muchas cosas que quiero decirle [a la Virgen] pero se me hace un nudo en la garganta, que yo creo que ella sabe lo que uno quiere expresar, porque uno no puede decir palabra. Lo único que puedo decir, antes de que se haga el nudo en la garganta, es poco. Ya escuchando la misa ya platico con ella a lo que voy, más que nada a darle las gracias por todas la bendiciones en mi familia, en mi negocio, en lo que haya pedido”, asevera.

Confiesa que este año va a dar las gracias por los favores recibidos, así como pedir por toda su familia, aunque la petición que hace en lo personal también es por quienes no pudieron ir y por la humanidad en su conjunto, incluso por los gobernantes.

“Las jefas de grupo dicen: ahora, hermanas su petición. Por eso se pide, por quienes no pueden ir, por los enfermos, por los que están en las cárceles con o sin culpa, no los juzgamos, simplemente pedimos por ellos, y por todos por los que no creen en ella, por todos se pide”, subraya.

Apunta que este año saldrán a mediados de julio, el 8 de julio partirán de Neblinas, en la Sierra Gorda, y el 16 de la ciudad de Querétaro. Este año, dice, no sabe exactamente en qué fecha saldrán; además de que como muchos niños aún estarán de clases hasta mediados de mes, algunas mujeres se unirán a la peregrinación luego del fin de cursos, alcanzando al contingente en San Juan del Río o Polotitlán.

Alicia dice que además de dedicarse a la venta de fruta, en un tiempo también se dedicó a hacer labores de limpieza en casa o donde le dieron empleo, aunque sábados y domingos se dedica a su hogar, pues aunque no salga siempre hay algo qué hacer.

La mujer toma un pepino, lo pela y pica rápidamente, mientras comenta que antes pensaba que “con que tuviera frijoles y un huevito”, lograba pasarla; sin embargo, ahora estos alimentos están más caros, pese a que trabaja al igual que su marido, reconoce que no le alcanza el dinero para sostener a su familia.

Asevera que a pesar de estar fuera de una escuela, sus ventas no bajan significativamente, pues para vender más o menos lo mismo, sólo tiene que salir un poco más temprano a vender.

“Hay días que están bien, hay días que están más o menos, pero siempre que le madrugue siempre tendrá el pan, pero si no”, considera.

Recuerda que en sus comienzos vendía tacos, pero como los pusieron en una calle muy escondida, donde sus ventas eran escasas, decidió buscar otra cosa que se pudiera vender en otro sitio.

Su esposo comenzó a vender y luego ella se le unió, teniendo que cargar con sus hijos que estaban chicos. Luego la familia se hizo más grande con la llegada de sus hijas gemelas, por lo que tenía que llevarlas para todos lados.

Actualmente es a sus nietas y nietos a quienes lleva de un lugar a otro, pues si no se sale a trabajar no se sale adelante. “Medio mal comidos, pero siempre sale uno con los hijos, a los míos les enseñé desde chiquitos a no sólo estirar la mano, les enseñé a trabajar”, puntualiza.

Alicia añade que tuvo cinco hijos, pero sobreviven cuatro, siendo sus gemelas las más jóvenes con 24 años, por quienes también da las gracias a la Guadalupana.