Joaquín (nombre ficticio) laboraba hasta el viernes pasado en Sam Won de México, empresa de capital coreano temporalmente clausurada por la Secretaría del Trabajo de esta entidad debido al suceso de agresión que vivió el trabajador mexicano Jorge Alberto Zamora Esparza por parte de Kim Joaeok, un supervisor de esta empresa.
A este hecho se sumaron otra serie de irregularidades de tipo laboral que llevaron a su clausura.
En este momento Joaquín se encuentra temporalmente sin trabajo y comenta que apoya a Jorge Alberto en su determinación de demandar a la empresa, pues “ya era insostenible el clima de violencia física y verbal que vivíamos los trabajadores para parte de Kim Joaeok.
“A mí en varias ocasiones me aventó las piezas que consideraba que no estaban bien hechas; no hablaba, solo gritaba, rompía y agredía. Supongo que al no hablar español esa era su manera de quejarse: a los empujones, a los golpes, rompiendo las piezas en nuestras narices. En otra ocasión rompió frente a mí una de las parrillas que lleva el refrigerador. Esta parrilla era de vidrio y la aventó al piso, al lado de mí”, comenta Joaquín, quien como Jorge toleraba este tipo de agresiones “porque tengo una familia, necesidad de trabajo y compromisos económicos que atender”, afirma.
A su vez, Jorge Alberto comentó en entrevista con EL UNIVERSAL que se sentía incómodo por el hecho de que sus compañeros estén sin trabajo en este momento debido a la clausura. Agregó que varios de sus compañeros le han llamado para comunicarle que “se pasó al demandar como lo hizo”, pues ahora varios de ellos están sin trabajo. Ante ello, Joaquín argumenta que Jorge no es culpable de esta clausura, sino que ésta es solo consecuencia de las múltiples irregularidades y mal clima laboral que los trabajadores vivían desde hace dos años.
“Los dos jefes de este supervisor, a pesar de observar lo que hacía y la manera en que nos trataba, jamás intervinieron. Entre ellos, todos coreanos, se arreglaban y eran cómplices del maltrato”, agrega.
“En varias ocasiones habíamos comentado entre nosotros los trabajadores que en cualquier momento Kim se nos iba a ir encima a los golpes. Es un hombre sumamente explosivo, un hombre grande de tamaño, déspota y muy agresivo”, agrega Jorge.
“Me gritaba al oído frases que yo no comprendía, pues él no hablaba español; al hablar escupía en nuestros rostros. El ambiente cada vez era peor”, se suma Joaquín.
Para Joaquín lo que ocurrió con Jorge ha sido solo el detonante que originó que la gente volteara a ver todas las irregularidades de esta empresa coreana y “el maltrato que vivíamos varios de sus empleados, lo cual es inadmisible. Yo estoy con Jorge, y repruebo el uso excesivo de la violencia que utilizaba Kim para humillarnos”, asegura.