César González y Noé Rico Sánchez son joyeros, en ambos casos, sus respectivos padres infundieron dicho oficio. Desde hace más de 20 y 12 años, respectivamente, se dedican a la restauración y a la hechura de joyería; 60% de los trabajos que realizan son restauraciones y 40% son piezas nuevas.

Su jornada laboral comienza a las 10 de la mañana, cuando abren el taller de Joyería Noe’s —en el número 4B de la calle de Arteaga, en el Centro Histórico de Querétaro—; hace cinco años que en este sitio la joyería abrió sus puertas por primera ocasión y desde entonces, todas las mañanas lo jóvenes joyeros se presentan para comenzar a trabajar.

Hechuras o remiendas son sus principales labores; los mismo hacen anillos o pulseras que refuerzan esclavas o aquella joyería que requiere compostura.

“Lo que más nos piden son las argollas de matrimonio y los anillos de compromiso; aunque hacemos lo que la gente nos va pidiendo”, dijo Noé.

En tanto César agregó que las argollas matrimoniales, anillos de compromiso, esclavas, pulseras y el gravado son algunos de los trabajos que realizan cotidianamente. “Y fabricación del tipo de joyas que nos pidan; hacemos pedido sobre catálogo o si el cliente tiene alguna idea nos muestra su diseños y se lo hacemos o a mano”, finalizó.

Para César González, la reparación de alguna joya implica el soldado de las piezas, poner piedras y reforzar aquellos accesorios que están a punto de descomponerse; “la reparación es soldar, poner piedra y reforzar, que es lo que más llega para hacer”.

“Cuando las cadenitas se revientan no las traen aquí o para reforzar los eslabones de las pulseras; las traen cuando ya tiene tiempo o se están desgastando; o cuando se trata de esclavas que hay que hacer o componer, comúnmente se desgastan los extremos y entonces vemos que estén pegados a la plata”, aseguró Noé Rico Sánchez.

De los trabajos que hacen 60% son reparaciones y 40% hechuras, además “trabajamos pura platita y puro orito”

Los trabajos que ocasionalmente les solicitan son las hechuras de aretes, pues éstos duelen ser vendidos ya hechos, asentó César, “lo que menos piden son aretes, porque esos ya se consiguen hechos, ya están trabajados”.

Noé recuerda su infancia y la de su compañero “somos joyeros desde que éramos chamacos, empezamos como chalanes y horita ya nos independizados tenemos cinco años”. Hace cinco años que César estableció su negocio, donde actualmente labora de la mano de su amigo César. “Nos conocimos y ahora somos amigos”, afirmaron. César apenas tiene dos años de trabajar con Noé, “tenemos dos años de trabajar juntos”.

César narró que es joyero desde hace 12 años, pero el gusto por la joyería lo lleva consigo desde que tiene recuerdo, “mi papá es joyero y además tomé dos cursos en Guadalajara, allá en México y en Monterrey hay dos escuelas buenas de joyería, donde enseñan desde cursos básicos hasta cursos especializados”.

Aún con los estudios que ha emprendido, el joyero relató que el satisfacción más grande viene desde que era un niño: “me nació —ser joyero— desde que lo veía ahí en la casa, empecé a trabajar cuando le ayudaba a mi papá y me gustó mucho; desde entonces decidí dedicarme a esto, es algo muy bonito, porque te dedicas a lo que te gusta”.

Para ambos la joyería es su pasión, además de representar un gusto heredado por sus padres “la joyería es mi vida, representa hacer lo que me gusta; nunca dejas de aprender, siempre salen cosas nuevas, uno tiene que estar al pendiente de la maquinaria nueva y de los diseños nuevos”, expresó César.

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