Un anuncio con la leyenda “DeLorean. Tenis queretanos”, distingue al número 1A de la calle Ignacio Manuel Altamirano, en el corazón del Centro Histórico de la ciudad de Querétaro. La publicidad hace referencia a una marca que hace siete años lanzaron tres socios locales, con una oferta de zapatos deportivos para hombre y mujer, elaborados con textiles 100% mexicanos.
DeLorean hace alarde de ser la única firma queretana que produce tenis, aunque ante la falta de maquiladoras en el estado los zapatos se confeccionan en San Francisco del Rincón, municipio guanajuatense considerado capital mundial del calzado deportivo.
En sus siete años en el mercado queretano, al empresa se ha empeñado en insertar sus zapatos en la industria del calzado, enfrentándose a compañías que producen estos artículos de forma masiva.
“Cuando te dicen que un emprendimiento requiere muchísimo esfuerzo y tiempo es verdad; nosotros no hemos parado en siete años porque creemos en lo que estamos haciendo. A nosotros la marca no nos da para vivir, los tres socios tenemos trabajos aparte, pero seguimos invirtiendo en el proyecto porque es algo en lo que creemos”, comenta Irving Miranda, diseñador del calzado.
Señala que lo que DeLorean ofrece son colecciones exclusivas manufacturadas a mano, pensando en que las personas tengan acceso a un par de zapatos único.
En entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro refiere que los zapatos tienen un costo desde 220 hasta 450 pesos por par, cuando se trata de nuevas colecciones.
Calidad mexicana
Irving es diseñador industrial de profesión –en 2009 egresó del Tecnológico de Monterrey campus Querétaro–, cuenta con una especialidad en diseño de calzado y, actualmente, cursa la Maestría en Diseño e Innovación, en la Universidad Autónoma de Querétaro.
Al recibirnos en su local, el joven evoca que la idea de generar una marca de zapatos nació durante un viaje que realizó con Neto Velasco, su primer socio.
“Él es fotógrafo de profesión y también diseñador gráfico. Estábamos en un viaje y no nos podíamos comprar unos tenis porque no llevábamos mucho dinero. Así surgió la idea. Pensamos en que tenemos a León [Guanajuato] a dos horas de Querétaro y decidimos ver cómo se hacen los tenis ahí”, dice.
“Así empezó todo y fue un año de picar piedra: ver cómo se hace, qué proveedores debes de tener y qué procesos lleva el zapato. Nos dimos cuenta que es el accesorio más complejo, porque lleva corte, despunte, materiales, ensuelados. Son un montón de procesos”, comenta.
Luego del primer año, Irving y Neto lograron sacar una primera línea de zapatos, de tal manera que al salir de la universidad ya tenían los primeros 100 pares a la venta. Luego vinieron más temporadas.
Irving comparte que, con el paso de los años, la marca fue evolucionando muy naturalmente, aunque sin ser “súper conocida”.
“Lo cierto es que hay muchos queretanos que no la conocen. Nosotros empezamos con una tienda frente al mercado de La Cruz, y nos encontramos con que ahí hay muchos productos que vienen de Estados Unidos, mucha fayuca, a precios muy accesibles. Es muy complicado competir contra marcas de ese tamaño y, sobre todo, a esos precios”, apunta.
Pese a las vicisitudes, DeLorean ha sobrevivido y los modelos que se sacaron en un principio ya han pasado por dos rediseños.
En la actualidad la firma cuenta con cuatro modelos vigentes –una bota, un choclo para caballero, un choclo para dama y un modelo clásico unisex–, con más de 10 combinaciones de textiles y colores.
El diseñador del calzado queretano afirma que el proyecto apuesta por el mercado de México y busca demostrar que los artículos que se fabrican en el país pueden ser igual o más competitivos que las marcas extranjeras que acaparan los mercados.
Es por esto que mejorar la calidad y mantener un precio competitivo son los principales retos a que se enfrenta este proyecto.
Persistencia
Con el paso de los años, los socios de DeLorean se han encontrado con que los productores mexicanos de calzado están acostumbrados: maquilar pares al por mayor.
En este sentido, Irving reconoce que el proyecto ha contado con el apoyo incondicional de quien les maquila los zapatos, pues les ofrece la posibilidad de sacar 120 pares por tirada.
“La manera en que producimos es complicada, porque de cada combinación sólo hay 12 pares. Por ejemplo, en zapatos de caballero hay números del 6 al 9, pero sólo 3 pares de cada uno. Es complicado, porque muy pocos productores se prestan para ayudarte a hacer correcciones en producciones tan limitadas y, muchas veces, la gente no ve el valor agregado de eso”, expone Miranda.
El emprendedor señala que se han enfrentado a que el producto no sale como ellos quieren, a que la competencia saca uno de mejor calidad o más barato y a que los chinos están llegando con nuevos productos.
“Creo que hemos sobrevivido porque desde el principio le apostamos al diseño y muchos de los productores se dedican a copiar. Nosotros desde el principio hemos hecho productos 100% diseñados por nosotros y le hemos apostado mucho a los textiles mexicanos”, dice.
Desde el inicio un elemento esencial para DeLorean ha sido la calidad, algo que Irving considera de suma importancia.
“La mejora de la calidad en el producto es muy importante para nosotros y estamos seguros de que en este momento se tiene la mejor calidad desde que empezamos a producir”.
El siguiente paso para DeLorean es que los dueños de zapaterías y cadenas enfocadas a deportes volteen a ver a proyectos mexicanos como este. De hecho, Irving y compañía ya han intentado incursionar en estos mercados, pero por diversas circunstancias no se ha concretado esta intención.
Refiere que en años anteriores incluso se han presentado prototipos y nuevos desarrollos a ciertas cadenas, “pero al final se terminan decidiendo por los productores extranjeros”.
Es así que a mediano plazo el proyecto busca ser aceptados en el poder de venta de cadenas de calzado deportivo en México, además de que continuará creciendo en colecciones, evolución del producto y la mejora de la calidad.
“El mercado nos ha castigado un poco. Sabemos que es complicado pero aquí seguimos produciendo. El martes voy a la fábrica, porque vamos a sacar una nueva colección para diciembre. Hace dos semanas traje la última, que fueron 10 combinaciones diferentes. Seguimos trabajando y seguimos invirtiendo en la marca. Hay gente que sí ha encontrado el valor en los productos que nosotros ofrecemos y la marca misma lucha por quedarse. Hay gente que desde que empezamos tiene los primeros tenis y se acaba de comprar los últimos”, señala.
Diversificación
Inicialmente DeLorean se casó con la idea de ser un establecimiento exclusivamente de calzado, pero al coincidir con otros proyectos y marcas similares incorporó a la venta playeras, sudaderas, gorras, lentes, carteras y sombreros, entre otros artículos de distintas marcas “amigas”.
“En el lugar donde tenemos nuestra fabriquita [San Francisco del Rincón] antes se dedicaban a hacer sombreros a mano. La industria de los sombreros se acabó porque la gente dejó de usarlos y ellos aprendieron a hacer tenis. Dentro de esa comunidad de productores hay gente que todavía hace sombreros y carteras con pieles de muy buena calidad. Viendo eso nosotros decidimos darle un rediseño a estos productos con materiales, colores y texturas, y es así como hemos estado manejando algunos artículos”, expone Miranda.
Refiere que hasta ahora los sombreros han tenido una muy buena aceptación por parte de la gente, al ser productos de fieltro y lana natural moldeados a mano. Indica que, en general, los productos que se comercializan en el local tienen un porcentaje muy alto de manufactura manual, un valor agregado que la marca respeta y busca retomar.