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Los ojos de las niñas y niños del Centro de Asistencia Social (CAS) Carmelita Ballesteros se iluminaron a pesar del sueño que tenían. Las figuras de los tres Reyes Magos llegaron a ese recinto para cumplir con su misión: dejar regalos a los menores y enseñarles que la esperanza siempre debe prevalecer.
Son poco más de las 22:00 horas de la víspera del Día de Reyes. Tres figuras de casi dos metros de estatura se mueven por los pasillos del recién inaugurado CAS. Llegan al comedor, un espacio de paredes blancas, con lavamanos a un costado. Las mesas y sillas se colocaron a un costado para brindar el mayor espacio posible para los visitantes de oriente y los 75 menores que viven en esas instalaciones del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).
Melchor, Gaspar y Baltasar entran en silencio, sigilosamente. Se colocan en uno de los costados del comedor que ya tiene las luces apagadas, como la mayoría de las instalaciones. Unos cuantos lugares permanecen iluminados.
Alrededor hay 75 zapatos, cada uno identificado con su nombre.
Los Reyes Magos no van solos. Los acompañan algunos de los benefactores del DIF, como Ana Lucía Irigoyen, Sara Septién y Salvador Thomas Landeros, quienes por la ventanas esperan ansiosos el momento en el que los niños y adolescentes institucionalizados vean a los míticos personajes.
Con las luces apagadas se observan en el suelo rastros fluorescentes que llegan hasta donde están los Reyes Magos. Una máquina de humo completa el cuadro.
Luego de varios minutos de espera, los primeros menores arriban al lugar. Adentro están los Reyes Magos y un par de fotógrafos y la presidenta del Patronato del DIF, Karina Castro, quien en un rincón está sentada en suelo.
Los menores, con cierto temor, se acercan hasta donde están los Magos. Cuando se encienden las luces los rostros de las niñas y niños se iluminan. Sorprendidos se acercan cuando sus mágicas majestades los saludan y se presentan. Un pequeño no puede dejar de mostrar sorpresa.
A unos metros, Karina Castro observa, sentada en el suelo. Se lleva las manos a la boca, en gesto de sorpresa y asombro. Sus ojos de humedecen. Mientras retira sus manos de su boca comienza a aparecer una sonrisa. La presidenta del Patronato DIF no sale de su asombro por la reacción de los pequeños, que poco a poco entran al comedor, donde descubren a los Magos y los regalos que han dejado en sus zapatos.
Los mayores, unas adolescentes llegan al final. Comienzan a dar vueltas por el lugar, viendo a sus compañeros que ya abrieron los regalos que dejaron. Todos los presentes observan a los pequeños, quienes abren con ansiedad y curiosidad sus regalos.
Karina Castro se levanta del suelo para platicar con el resto de los niños, conocer sus opiniones, sus emociones ante la visita de los Reyes Magos. Todos los niños abren sus regalos, los ven y sonríen.
Algunos menores se acercan a Melchor para abrazarle y hacerles peticiones que sólo quedaron entre el Mago y los niños que se confiesan con el personaje. Los otros dos Reyes Magos también charlan con los chicos. Los acompañantes de los Magos también recorren el lugar, platican con algunos niños a quienes conocen. Los abrazan, les preguntan cómo se sienten, si están contentos. Dicen que sí, que la pasan bien.
A pesar de la somnolencia, pues ya estaban dormidos, los chicos la pasan bien. Todos, niñas y niños, con sus pijamas de sudaderas rosas, para chicas, y grises, para chicos, ojos llenos de sueño, cabellos desaliñados y pies descalzos, pasan una velada única, es una noche especial.
Karina Castro va con un niño que está postrado en una silla de ruedas, a quien le ayuda a abrir sus regalos, entre los cuales están unos tenis color rojo, que el mismo chico pidió, pues dice el personal del DIF que los Reyes Magos cumplieron al pie de la letra con las peticiones de los chicos.
Todo es movimiento, es un ir y venir por el comedor del CAS. El personal del DIF ayuda a los niños a abrir regalos, los Reyes, en repartir abrazos entre los niños, los benefactores platican entre ellos, sonríen con la felicidad de los chicos, con su inocencia, su emoción.
Una niña de unos seis años llama la atención de Karina Castro. Está en un esquina, recargada en la pared, sin saber qué hacer con sus regalos. Está sorprendida, emocionada, no sabe qué hacer. La primera dama del estado se acerca con ella, se sienta en el suelo frente a la menor, quien dice algunas palabras a Karina, quien sonríe, mientras ayuda a abrir los regalos.
Luego, todos comparten la rosca de Reyes, como última parte de una noche especial, única para los pequeños bajo el cuidado del DIF, quienes, como todos los niños del mundo, recibieron la visita de los Reyes Magos, quienes en esta ocasión tuvieron ayuda de unas cuantas personas más. Los Reyes Magos fueron, en esta ocasión, más de tres.