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Los vecinos del Centro Histórico de Querétaro esperan la colocación de los parquímetros entre la esperanza y la incertidumbre.
Josefina, por ejemplo, vive en el andador Libertad y paga mil pesos al mes por una pensión en un estacionamiento que le queda a poco más de tres cuadras de su casa. Para ella será favorable si colocan los parquímetros, porque nunca encuentra un lugar vacío cerca del andador para dejar su carro y bajar a comprar sus víveres.
Actualmente se debe estacionar sobre la banqueta para correr para llevar las bolsas hasta su casa, mientras los policías la amenazan con multarla y les debe explicar que vive sobre el andador, entre Río de la Loza y Pasteur.
A ella los parquímetros podrían beneficiarle, porque si no les van a cobrar a quienes viven en el centro, podrá estacionarse en la calle mientras baja sus cosas, a sus hijos o el mandado.
Pagar por la pensión tampoco resuelve las cosas para los vecinos del Centro Histórico que no tienen cocheras. Si llegan tarde después de una fiesta encuentran el estacionamiento cerrado o bloqueado por automóviles de gente que va a los antros y restaurantes de la zona.
En esos casos deben dejar el auto donde se pueda, con los riesgos que implica dejarlo en un lugar donde hay tantos negocios nocturnos.
Unas calles más alejadas, pero todavía en el centro, vive Lupita, habitante de la calle de Escobedo, tiene que llevar su automóvil a una pensión por la que le cobran 500 pesos al mes y que le queda a dos cuadras de la casa.
En su caso prefiere mantener el pago de la pensión, le cobren o no los parquímetros, porque la colocación de esos aparatos no se acompaña de un seguro contra robo de vehículo, así que, dice, será mejor seguir con su gasto.
A diferencia de otras zonas del centro, ella siempre encuentra espacio para estacionarse sobre la calle donde vive, pero no se arriesga. De unos años para acá “es casi seguro” que le pase algo a tu coche en la calle de Escobedo o en la de Morelos.
“Te roban la batería, te dan cristalazos, es súper inseguro; en esas dos calles lo seguro es eso, que te den un cristalazo o que te roben algo”.
Ambas se quejan de que hasta ahora la información de las autoridades no ha sido suficiente. Ninguna de las dos, aseguran, conoce de alguna comunicación que les diga cuál será su situación frente al uso de parquímetros, todo lo que saben es por “medios de comunicación, pero que nos informen, nada”.
Otro de los problemas de la zona es que los estacionamientos son insuficientes. En las pensiones cabe un número limitado de vehículos y al poner parquímetros muchos no podrán encontrar espacio en las pensiones.
Pilar advierte que otro conflicto es que muchos de los habitantes del centro no consiguen un permiso para modificar sus fachadas y hacerse de un estacionamiento propio.
“Es bien complicado, si corres con suerte, como en mi caso, consigues lugar en una pensión, carísima, sino, te tienes que arriesgar en la calle y los parquímetros no darán seguro”, lamenta.
Los parquímetros también preocupan a otras personas que no viven ahí, pero que trabajan en el centro todo el día. Berenice paga hoy 350 pesos al mes por un estacionamiento donde deja el automóvil durante la mañana, hasta que encuentra lugar, ya en la tarde, sobre la calle de Carranza para estacionarse.
Si se colocan los parquímetros su única opción será dejar de usar el automóvil. “Me moveré en Red Q, a menos que tenga que traer algo al centro, mercancía, paquetes, algo”.