Debido al inerte tren que se estaciona a las afueras del parque industrial Benito Juárez, decenas de automovilistas desesperados encuentran salidas por calles aledañas, pero hay quienes se arriesgan en un pequeño espacio que quedó entre dos vagones; aun así, una extensa fila de conductores quedan varados y no dejan de tocar el claxon.
Durante una hora, aproximadamente, los vehículos ven afectado el libre paso, tiempo en que los ferrocarrileros maniobran para enfilar los vagones cargados de mercancía proveniente de diversas empresas del parque industrial.
A diferente hora, en la zona se escucha el silbato del tren y se siente la manera en que se cimbran las estructuras metálicas de las vías, que por el paso del tiempo están incrustadas en el asbesto de las calles. A lo lejos, la máquina se alcanza a percibir.
A pesar de la cercanía del convoy, los automovilistas aceleran su marcha para ganarle el paso, no importa que el riesgo aumente a cada instante.
Una vez detenido el tren, los conductores ya no tienen escapatoria, deben frenar su paso y, si es posible, desviar su dirección, para incorporarse a una larga fila de vehículos que intentan pasar por un espacio designado. La espera es larga y también tortuosa por el calor.
Esta situación no tiene horario y se repite varias veces durante el día, relatan los vecinos y espectadores principales, por lo que la carga vehicular puede variar dependiendo la hora, pero los momentos más caóticos son poco durante la entrada y salida de escolares, después del mediodía y cerca de las seis de la tarde, al término de la jornada laboral.
Estos horarios coinciden con la lenta circulación vehicular que presenta la avenida 5 de febrero, una de las principales y más transitadas de la capital y cercana a la zona industrial.
El panorama no es alentador en una zona que también es comercial. Las maniobras arriesgan el paso de cientos de personas. Sin embargo, para los puestos ambulantes de comida, así como para el dueño de un autolavado, la detención del tren y de los vehículos les favorece, porque obtienen más clientes, que conocen los negocios de la zona, “aunque el ruido del ir y venir de los vagones” sea incómodo.
Aunque el tren está estacionado, el estridente pitido de la locomotora es constante y ensordece.
Después de una hora, el ferrocarril ha ensamblado en su totalidad. Se dirige al zona norte del país para entregar la mercancía queretana. En ese momento la circulación vehicular vuelve a su normalidad, para que más tarde se vuelva a repetir la carga de un nuevo tren.