Susana Cruz Leal vivió la experiencia de la peregrinación, de Querétaro a la Basílica, a muy temprana edad, gracias a su madre; pero, desde hace tres años, la joven de 18 años se traslada de la comunidad Vizarrón, en Cadereyta de Montes, a la localidad de Neblinas, para iniciar el recorrido de una de las caminatas más concurridas a nivel nacional.

Esta experiencia se ha convertido en una tradición para su familia, ya que por lo menos un integrante asiste al encuentro de caminantes rumbo a la Basílica de Guadalupe. Su fe supera cualquier obstáculo, el cansancio y las inclemencias del clima.

Susana hizo una manda cuando su hermano realizó el examen para entrar a la universidad hace tres años: “Le he tenido mucha devoción a la Virgen, ofrecí hace tres años todo el cansancio, cada caminata, en lo que me preste de vida, a cambio de que mi hermano entrara a la universidad y así cada año le he pedido cosas, algunas pequeñas, que se han hecho realidad”, reveló la peregrina que llegó anoche para esperar la salida.

Desde los seis años su mamá la empezó a llevar a la peregrinación, “pero siempre nos uníamos en Vizarrón, ella ya dejó de venir y, un tiempo, por esa razón yo tampoco venía”.

“Un grupo de peregrinos de Tepoztlán se queda cada año en mi casa y me invitan a vivir la experiencia desde la Sierra, algo que hasta que tuve 15 años me animé a hacer”, dijo.

En su hogar son muy católicos. Cada edición acude algún integrante, ya sea hombre o mujer: “Es una herencia de la devoción la que me mantiene para seguir caminando, porque en realidad yo siento que no me canso, ya que todo mi caminar lo entrego a la Virgen y la satisfacción de llegar al altar y verla aunque sea por cinco segundos, es muy hermosa”

“Con esos cinco segundos de verla me conformo y aguanto todo lo que pasé”, declaró la joven a EL UNIVERSAL Querétaro.

Afortunadamente, Susana es una buena estudiante, aunque acepta que para poder asistir a la peregrinación recibe ayuda divina.

“Desde que empecé a venir al inicio de la peregrinación le pedía a la Virgen que no me fuera a ningún examen final en la preparatoria para poder asistir y afortunadamente es algo que se cumple cada año, para cerrar mi ciclo escolar en mayo y tener libres estas dos semanas de camino, por algo pasan las cosas”, afirmó.

Conoce su devoción, pero no puede explicar con palabras la sensación de participar en una de las más grandes peregrinaciones del país: “Es algo hermoso, inexplicable, no tengo palabras para decir lo que se siente venir para iniciar la peregrinación”.

Aseguró que se crea una hermandad muy importante con las personas que cada año realizan el largo recorrido. “Conoces mucha gente de verdad maravillosa, las peregrinas que llegan a mi casa de Tepoztlán tienen 23 años consecutivos de asistir. Es una amistad que cada año está ahí, se ha creado un vínculo fuerte por el tiempo y es muy bonito también llegar y conocer gente nueva”, indicó.

Aunque su madre ya no puede venir con ella, Susana quiere seguir la tradición. “Siempre, mi mamá me animaba a seguir con mi devoción, porque ella ya no pudo venir, ahora quiero traerme a mi hermanita de cinco años el 2017, es mi propósito. Mi mamá ya no puede porque se lastimó un tobillo y su rodilla por lo que caminar distancias cortas ya le produce dolor”, refirió.

Susana se exige iniciar la peregrinación desde su origen: “Esta parte de la Sierra es lo más bonito, te alejas de los malos pensamientos, te acercas más a Dios, es algo inexplicable salir desde Neblinas. Mi mamá sólo una vez salió desde la Sierra hace 23 años, que fue cuando conoció al grupo de Tepozotlán”.

La peregrinación es una tradición que año con año cobra mayor sentido para Susana Cruz, ya que a sus 18 años su fe es grande, tan grande para aventurarse a vivir una experiencia única, que no encuentra las palabras adecuadas para explicar.

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