Gudelia Cruz Serapio tiene 70 años y llegó a Neblinas desde Tepozotlán, Estado de México. Lleva 14 años de vivir una experiencia única, que año tras año cobra una dimensión diferente.
La devoción por la Virgen de Guadalupe la mueve, además ha encontrado personas como ella con quienes ha entablado una gran amistad, por medio de la fe; aunque su esposo e hijo le piden que ya no asista.
Sin embargo, Gudelia encuentra una gran satisfacción en realizar la caminata año tras año, hecho que explica “como algo que haces una vez y no lo puedes dejar de hacer”.
“Mi hijo y mi esposo me dicen que ya estoy grande para hacer la peregrinación, pero siempre vengo porque aquí me siento contenta y feliz, ya cuando viene uno a Neblinas no lo puede dejar y si uno no camina se siente triste”, contó a EL UNIVERSAL Querétaro.
Doña Gudelia halla gran significado en su andar peregrino: “Vengo con gran devoción hasta la sierra porque nos da un gusto salir desde aquí a la Basílica, llegué el jueves desde Tepoztlán, Estado de México, son 14 años los que llevo haciendo la peregrinación”.
Recordó que la primera vez llegó por una manda, “pero ahorita ya vengo por convicción para pedir a Dios y a la Virgen por mi familia”.
En su determinación de cruzar cientos de kilómetros hasta la Ciudad de México, encontró varias razones para no faltar cada año.
“Son muchas amistades, tengo amigas de Querétaro que cada año nos encontramos por aquí, nos hablamos por teléfono y estamos en contacto a partir de la peregrinación. No le hace que suframos, porque sí sufrimos un poco al venir tanto de dinero y salud, pero siempre vale la pena”, expresó.
Lo que motivó a doña Gudelia fue ver pasar a los peregrinos por Tepozotlán: “Al verlas me daba mucho gusto, desde ahí me propuse venir a Neblinas, pero no lo pude hacer antes porque tenía a mi mamá enferma, hasta que falleció pude venir, hace 13 años”.
La primera vez que hizo el recorrido se lastimó su pie en San Juan del Río, recordó, “me mandaron a mi casa, pero yo quería terminar y, aunque los doctores me dijeron que no podía caminar, yo lo logré así con mi pie lastimado. Desde ese día no falto”.
Afirmó que aunque existan complicaciones en su andar, “nosotras venimos contentas, no vemos los obstáculos sino que nos concentramos en el objetivo que es llegar a la Basílica”.
“Llegamos contentas al llegar a la Basílica, hasta se sienten ganas de llorar al estar frente al altar de la Virgen. Venimos con mucho gusto y aunque nos duelen los pies y sentimos cansancio le pedimos a Dios y al ratito se nos quita y cuando menos siento seguimos como si nada”, agregó.
No hay nada que detenga a doña Gudelia. Su fervor guadalupano es mayor a cualquier obstáculo o pretexto; a su edad encuentra una gran motivación, para no dejar de viajar a Neblinas e iniciar desde ahí su demostración más grande de su devoción.