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Entre la riqueza de la comida mexicana lo más popular es la tortilla. En ninguna mesa puede faltar. La de maíz ofrece una gran variedad de usos: chilaquiles, tacos, tostadas, en sopa, entre otras.
Pero lo mejor es cuando sale de la máquina, para probarla con un poco de sal o salsa.
La masa proveniente del maíz se muele desde muy temprano, convirtiéndolo en nixtamal, de ahí el proceso pasa a las máquinas, que en porciones exactas separan la masa la aplanan y la cocinan.
Entre el chillar de las cadenas la banda transportadora entrega el producto terminado a las manos del tortillero quien debe separar cada tortilla para que no se pegue una con la otra.
Posteriormente, las pesa y las envuelve en el papel de estraza. Hay quien lleva su propia servilleta para mantener las tortillas calientes hasta llegar a su hogar.
Las tortillerías son locales pintorescos y muy tradicionales en todo el país.
Se pueden encontrar en casi cualquier lugar, a pesar de que las tortillas se venden también en tiendas y supermercados ya empacadas, el sabor de la hecha en tortillería es peculiar por lo que es una industria que a pesar de cualquier crisis o devaluación, sigue generando empleos y recursos para quienes se dedican a esta profesión ya que la gente en México no perdona su porción de tortillas al acompañar sus alimentos.