A sus escasos 23 años de edad, Yoko Irán Hernández García, originaria de Uripitio, Michoacán, decidió aventurarse a buscar nuevas y mejores oportunidades de empleo en Querétaro por lo que desde hace más de dos años vive en la entidad.

El trabajo de su padre como taxista ayudó a Yoko a no tener miedo de conocer y explorar nuevos horizontes, por lo que a pesar de su depresión por no encontrar trabajo, esta joven periodista salió a buscar nuevas oportunidades.

“Soy de un pueblo que se llama Uripitio Michoacán. Viví gran parte de mi vida ahí, hasta cumplir los 18 años. Fue cuando emigre a la ciudad de Morelia, Michoacán para estudiar mi licenciatura en Periodismo. Fue un gran cambio, pero desde pequeña mi padre era taxista y hacía viajes a diversas ciudades, lo que me hizo perder el miedo para aventurarme en nuevos lugares”, aseguró.

Las circunstancias llevaron a Irán hasta Querétaro: la falta de trabajo en su tierra natal, la frustración y el desamor fueron los ingredientes para que decidiera probar suerte en otra ciudad.

“Sin embargo, cuando terminé mi carrera hace un año y medio salí en busca de trabajo, cuatro meses estuve buscando empleo en Morelia, pero por más que llevaba solicitudes no encontré y caí en depresión porque sentía que no había servido de nada estudiar Periodismo. Al no poder ejercer mi profesión y tendría que buscar de otra cosa”, dijo.

A pesar de que sus hermanas vivían aquí, ella comenzó a sentirse incomoda con la situación y con la falta de apoyo, por lo que a tres meses de llegar rentó un lugar para vivir sola pese a sus temores.

“Dejé de vivir con mi hermana porque me sentía incómoda, tenía que avisarle a dónde salía y yo no aguantaba eso, además de que me pedía ya renta y dije, mejor me voy a rentar sola. Eso fue hace tres meses después de llegar a la ciudad”, mencionó Irán.

Sin embargo, la situación es fácil con un empleo como correctora en el periódico, El Corregidor, su sueldo no alcanzaba para mucho, así que tuvo que pasar situaciones difíciles para poder solventar todos los gastos por sí misma, pero poco a poco, con el paso del tiempo se fue abriendo camino.

“Me sentía muy bien, feliz por encontrar trabajo. Tuve que aprender, a revisar notas. A veces me encargaban sondeos o reportajes sociales, fotografías y les gustó mucho mi trabajo. Después mi salario iba incrementando, comencé con tres mil quinientos al mes hasta llegar a casi siete mil. Es difícil sobrevivir en un lugar de donde no naciste porque además desde temprana edad me tuve que independizar y aquí tengo que ingeniármela para pagar renta, pasajes, comida y artículos personales. Es muy complicado.

Aunque al principio fue difícil adaptarse por las costumbres, la forma de hablar y otras cosas Irán aseguró que no se regresaría a su ciudad natal por nada.

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