La vieja y oxidada locomotora de la estación Bernal ha sido testigo de la ayuda que durante los últimos 10 años la Estancia del Migrante Martínez y González ha prestado a los miles de migrantes que viajan en el tren provenientes de Centroamérica con rumbo a Estados Unidos.
Todos los días, don Martín Martínez, su esposa Carmen y sus hijas preparan alimentos, agua y ropa para proporcionarlos a los migrantes que van de paso.
Arroz, sopa, frijoles, agua y ropa son empaquetados en bolsas que apilan afuera del viejo inmueble que ocupan sobre la vía, mientras una docena de voluntarios se preparan para cuando el tren aparezca en el horizonte con su carga de mercancías y los cientos de migrantes entre los vagones.
Los migrantes, la mayor parte hondureños, pero también de Guatemala y El Salvador, padecen por las inclemencias del clima, de hambre, además de los peligros del viaje de más de 5 mil kilómetros.
Antes de que llegue el tren se posicionan al principio y al final de la estación para en cuanto vean a los migrantes lanzar con fuerza las bolsas a una altura de hasta seis metros, algunos migrantes osados, bajan por la escalinata para tomar con más seguridad los alimentos.
Algunos maquinistas consientes de esto, bajan la velocidad al entrar a la estación para favorecer la captura de alimentos por parte de los migrantes. En ocasiones, se detienen lo suficiente para ofrecerles ropa, zapatos y medicina.
Hoy, esta asociación civil se enfrenta a un futuro incierto pues sus instalaciones corren el riesgo de ser embargadas por su propietaria, Ferromex. Para cualquier donativo, visite http://estanciadelmigrante.blogspot.mx/p/contacto.html