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Como todos los años, los concheros de Querétaro se preparan para bailarle a la Santa Cruz, al universo, al sol, a la tierra, al cielo y a todos los elementos naturales de la tierra, del 12 al 14 de septiembre. Es la congregación de concheros más grande del país. Son muchos concheros y clanes, pero no siempre fue así.
Hubo una vez, por ahí de los años de 1800 y tantos, cuando todos los concheros de Querétaro danzaban juntos, codo a codo, como hermanos de sangre y de raza que son.
Cuentan que eran cientos, sino es que miles, y había un capitán general con bastón de mando, pero un día algo pasó y hubo disputa y se dividieron en grupos y desde entonces estos danzantes parientes directos de los Chichimecas viven en guerra, no de golpes, sino de diretes.
En el Barrio 21 de San Miguelito en Querétaro, se encuentran los principales cuarteles generales de concheros, oficialmente son unas 10 mesas de mando, pero algunos aseguran que son más.
Raquel Aguilar, integrante del clan de Los Aguilar, dice que de los clanes más antiguos y las diferencias entre concheros es tan vieja que ya nadie recuerda los motivos de la riña de concheros.
“Mi papá nos platicaba que antes era una sola danza, pero por diferencias o por lo que haya sido se fueron fragmentando, ahora cada danza es como un pedazo de la que hubo alguna vez”, dijo.
Los Aguilar guardan la esperanza de que un día todos los concheros se vuelvan a hermanar: “eso sería una buena esperanza, de que fuera una sola danza”.
Pero como todos, los Aguilar reclaman antigüedad: “el último capitán general que hubo fue el papá de mi papá, Pedro Aguilar Ramírez”, señaló Raquel.
La tradición de concheros es de varones, sólo los hombres pueden ser capitanes o generales, e incluso un sólo clan puede tener varios jefes, lo que no sucedía antes.
Las mujeres cosen y cortan trajes, pegan plumas, asisten y preparan los alimentos. En el caso de las Aguilar, ellas preparan el alimento diario para cerca de 300 personas y no reciben ayuda económica de nadie.
Cuando se reúnen todos los concheros de Querétaro y se les unen los de ciudad de México, Guadalajara, Estado de México y otras latitudes, llenan avenidas completas, danzan y llevan ofrendas, como se hace desde tiempos remotos y su marchar se extiende por horas.
Los concheros no compiten, pero sí hay envidias, asegura Francisco Camacho de 66 años, soldado del grupo Danza Águila Azteca de los hermanos Martínez Carreón.
Como todos, este grupo se adjudica la titularidad, porque “de esta casa salieron todos, era y es el cuartel general, y como dice el dicho, aunque les pese”, dijo este hombre que dejó de danzar hace más de 14 años, porque “lo primero que se amuelan son las rodillas”.
Como ya no baila, don Francisco Camacho fabrica las hueseras de los danzantes, con semillas de Ayoyote y las vende en 450 pesos.
Como ya no baila, don Francisco Camacho fabrica las hueseras de los danzantes, con semillas de Ayoyote y las vende en 450 pesos.
Este grupo danza Águila Azteca baila el día de la Santa Cruz, pero salen a bailar todo el año también, por lo menos cuatro veces al mes, a distintos lugares y que bailando pueden reunir a más de 500 elementos.
Las divisiones de concheros es similar a una estructura militar: capitales, generales, sargentos, alférez, sahumadoras y finalmente los apaches, que es gente que es gente “falsa”, es decir, que no son concheros de origen, explicaron.
Doña Natalia Becerra Martínez, doña Nata, de 85 años, se sienta cada tarde al pie de una foto grande donde ella posa danzando con su indumentaria azteca. “Vamos a suponer que usted va a ser un conchero ¿qué le viene a usted? ¡Una fe a la Santa Cruz!, a la que veneramos de corazón, no para quedar bien con la gente, eso es ser conchero, ¿me entendió?”, dijo la venerable anciana.